Despejada la incógnita de la elección presidencial, la atención mayoritaria se ha desplazado hacia los nombres de las personas que Daniel Noboa escogerá para formar su gobierno. La curiosidad es comprensible si se considera que se trata de un joven empresario que apenas incursionó brevemente en la política y no precisamente en un cargo de responsabilidad ejecutiva. Además, como la mayor parte de quienes transitan por esos espacios, no cuenta con un partido que pueda proporcionarle los cuadros técnico-políticos. Sí, es una verdadera incógnita. Sin embargo, para resolverla no cabe comenzar por la enumeración de un listado de nombres, sino por la definición de los objetivos que de manera realista podrá cumplir en el corto tiempo que tendrá para ejercer el cargo. En otros términos, en las horas que corren –no en los días ni en las semanas, estrictamente en las próximas horas– deben estar claramente delineados los tres o cuatro temas que le tendrán ocupado hasta mayo de 2025.

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Se podrá decir que esos temas son obvios y que están sobre la mesa desde hace mucho tiempo. La inseguridad y la economía ocupan el primer lugar, ciertamente, pero más allá de mencionarlos en términos generales es preciso desgranarlos, identificar las causas y las consecuencias, diferenciar las políticas de corto y mediano plazo y, con toda la sinceridad que ya es posible cuando ha terminado la campaña, comunicar las reducidas metas que se pueden alcanzar. El gobernante y su gobierno deben saber desde el primer día hasta dónde se puede llegar en el tiempo disponible y deben transmitirle eso a la ciudadanía. Prometer la solución total del problema de la inseguridad o el inicio de una bonanza económica sería alimentar la frustración social y el desencanto con la política. No es momento para la refundación ofrecida por gobiernos anteriores, ni para la solución de los problemas en los primeros 100 minutos de gestión.

Todo ese trabajo estará condicionado por el entorno político, que es muy poco auspicioso para el gobierno.

Estrechamente relacionados con esos dos grandes problemas están los de carácter social. La educación en todos los niveles, no solo en el ingreso a las universidades, el sistema de salud pública, la seguridad social con su doble objetivo de pensiones y salud, la infraestructura vial y sanitaria, y los estragos del fenómeno de El Niño requerirán políticas y obras concretas. Estos y los temas anteriores están limitados por la disponibilidad de recursos, pero lo que se haga ahora debe pensarse como base de programas de mediano alcance que deberán ser continuados por los siguientes gobiernos. En síntesis, deberá asumirse como un gobierno de transición en el que se materializará algo tan importante como colocar cimientos.

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Todo ese trabajo estará condicionado por el entorno político, que es muy poco auspicioso para el gobierno. Está en absoluta minoría en la Asamblea y una alianza de retazos puede ser más perjudicial que beneficiosa, como se comprobó en el último periodo. Confiar en la división del correísmo es una quimera de las redes sociales que, aun en caso de confirmarse, no redundará en apoyo al gobierno. Las amenazas de Iza, un individuo que no entiende el lenguaje de la democracia, no se han hecho esperar. En fin, los tres temas básicos, la economía, la seguridad y la política, demuestran que no se trata de nombres nuevos o antiguos, de familiares o socios. Es necesaria la visión descarnada del momento y de su responsabilidad dentro de este. (O)