Cuando hablamos de abrir el sistema financiero a la competencia internacional —el complemento natural de una economía dolarizada— muchos dicen que no existe restricción alguna para que la banca extranjera opere en el país. Pero eso ignora la realidad de que muchas prohibiciones al libre flujo de capitales, bienes y servicios hoy se dan de forma más sutil que una prohibición explícita y total. Si bien no hay una prohibición para que vengan bancos extranjeros, sí tenemos un marco regulatorio y tributario que espanta capitales.

Algunos sostienen que la banca extranjera no viene a Ecuador porque somos un mercado pequeño. Pero varios de los centros financieros estrella, como Panamá o Singapur, se caracterizan por ser naciones de poblaciones pequeñas: ambas tienen entre un tercio (Singapur) y un cuarto (Panamá) de la población de Ecuador. Los centros financieros internacionales, para no depender de los ahorros nacionales, buscan captar los ahorros extranjeros. Por ejemplo, la cartera de depósitos de Panamá es de $ 100.926 millones o el equivalente a 158,6 % del PIB y su cartera de créditos asciende a $ 85.251 millones o 134 % del PIB. Las cifras comparables para Ecuador son las siguientes: cartera de depósitos de $ 44.490 millones (41 % del PIB) y la de créditos $ 41.374 millones (38,9 % del PIB). Estos indicadores demuestran cómo la internacionalización del sistema financiero aumenta la oferta de crédito, lo cual presiona a la baja las tasas de interés.

¿Qué características tienen en común los centros financieros estrella? Tienen libertad de movimiento de capitales, una regulación bancaria ligera y un régimen tributario territorial con impuestos bajos. En el caso de Panamá, si bien carece de un banco central que desempeñe la función de prestamista de última instancia, cuando hay escasez de liquidez en la economía, es el libre movimiento de capitales lo que les permite a las instituciones financieras privadas (nacionales o extranjeras) domiciliadas en Panamá conectarse al gran océano de liquidez mundial.

(...) sí tenemos un marco regulatorio y tributario que espanta capitales.

El Instituto Ecuatoriano de Economía Política presentó durante la administración de Lenín Moreno un proyecto de ley que contemplaba cambiar el diseño institucional de los organismos de supervisión y regulación bancaria y del Banco Central del Ecuador (BCE). La reforma comprende eliminar los requisitos liquidez doméstica, las diversas resoluciones que concentran reservas bancarias por encima del encaje legal en el BCE y el control de las tasas de interés.

Este proyecto contempla licencias bancarias basadas en el régimen panameño: general, internacional y de representación. Además, iguala las condiciones para todas las instituciones financieras, eliminando las discriminaciones en contra de aquellas que provienen de jurisdicciones consideradas por el Estado como paraísos fiscales. Finalmente, propone eliminar totalmente el impuesto a la salida de las divisas (ISD), transitar hacia un sistema tributario territorial y reducir la presión fiscal.

Convertirse en un centro financiero estrella tomará tiempo y probablemente requerirá de otras reformas, como aquella del régimen de contratación laboral. Pero este sería un buen primer paso en la dirección correcta y luce políticamente viable. (O)