Que todo en la vida debe ser ponderado, equilibrado y justo, fácil se dice, pero encajar el concepto en cada disyuntiva es complicado, sobre todo en las acciones de guerra, el extremo supremo de los hechos humanos. La guerra es una circunstancia siempre indeseable y esencialmente mala. Por definición, quien la inicia nunca tendrá la razón, pues apelar al uso de la fuerza es negar de la razón. Así todos los actos protagonizados por los ocupantes rusos de Ucrania son ilegítimos. El conflicto de Gaza se inicia con la agresión terrorista de Hamás a ciudadanos y comunidades pacíficas de Israel. En los dos casos citados, los Estados agredidos tienen innegable derecho a defenderse. Se le pide ponderación al Estado judío en su respuesta. ¿Qué es ponderación en este caso? Limitarse al uso de la fuerza en defensa propia. Cuando un individuo usa la violencia en defensa propia, se entiende que ha de ser hasta someter al agresor, reparar el daño y evitar la repetición del ataque. Lo que significa volver al estado de cosas anterior al hecho, de una manera estable.

Israel intensificará bombardeos en la Franja de Gaza

Idéntico entre Estados. Por eso, los móviles de Israel deberían ser, primero, rescatar con vida a los rehenes. Siendo este el más obvio y deseable es el más difícil. La muerte de uno solo de los secuestrados tendrá un abrumador peso político. Segundo, sancionar a los autores. También complicado, ¿quiénes fueron exactamente? Muchos están muertos, otros se escabullirán por todo el mundo. Esto implica desmontar hasta las más profundas raíces la organización criminal que perpetró el delito. Y, tercero, tomar medidas que eviten la repetición de los atentados, con acciones políticas, militares y de manejo territorial. Es lo mínimo que Israel puede reclamar en respuesta al brutal golpe. No conviene a Jerusalén que esta operación no se vea ponderada, bombardear un hospital sería un suicidio político, aunque fuera un mero efecto colateral de su reacción, entonces no lo habrá hecho. Tampoco fue el resultado no querido de un acto guerra, es más fácil de creer que fuera una falla los cohetes artesanales de los grupos palestinos, que de la precisa tecnología bélica de los hebreos. Y Hamás no han logrado convencer al mundo de que este malhadado hecho constituyó una “masacre”.

Israel revela planes para una ‘guerra en tres fases’ en Gaza en busca de ‘aniquilar’ a Hamás

Siendo Israel un Estado de derecho, reconocido por la comunidad internacional, a efectos de dar un vago barniz de legitimidad a los actos de bestial terrorismo, recurren a sus orígenes históricos. Que no fueron violentos, se trató de una migración pacífica, que buscaba “pactar con los habitantes de la tierra”, como decía Martín Buber. Pero el radicalismo religioso hizo imposible establecer un estado multiétnico, inclusivo y democrático. El resultado fue la guerra, tras de ella, la partición de Palestina y el surgimiento de un país judío republicano y poderoso. Entre tanto, los palestinos árabes, a pesar de que tuvieron oportunidades para ello, jamás pudieron organizar un Estado de ningún tipo por la intransigencia de grupúsculos fanáticos, de los cuales Hamás es la última expresión. Si los árabes moderados, ponderados y modernos no neutralizan a estas facciones homicidas, la paz en la región seguirá lejana. (O)