El INEC publicó algunos resultados del censo. Gran sorpresa: somos 17 millones (de los cuales, 500.000 extranjeros) en lugar del estimado de 18 millones. Proyecciones son solo proyecciones (de hace 12 años), pero igual la diferencia sorprende.

La explicación del INEC es directa. Uno, hubo 300.000 migrantes (salidas) más de lo previsto, pero es extraño porque según las propias cifras del Instituto de movimientos migratorios anuales, entre ecuatorianos y extranjeros hay una entrada positiva de 250.000 en 12 años (redondeando: 700.000 extranjeros más, 450.000 ecuatorianos menos). Dos, en lugar de unos 330.000 niños adicionales cada año, hubo solo 270.000 anuales, es decir, 700.000 menos en 12 años, también extraño porque normalmente la demografía no varía tan bruscamente y la diferencia de -20 % en nacimientos es grande. En definitiva, el Ecuador ha cambiado mucho o el censo tiene fallas… Y obviamente estos resultados tan diferentes cambian muchas estimaciones sobre la economía y otros factores.

Otras cifras. La edad media ha pasado de 25 a 29 años, seguimos siendo un país muy joven, la mitad tiene menos de 30 años. Los hogares se han achicado: de cerca de 4 a solo algo más de 3 miembros, los hogares de 1 sola persona han crecido, mientras los de 5 personas o más (tan comunes en el pasado) han perdido 10 puntos, pasando a ser apenas el 20 % del total. Las mujeres se declaran jefas de hogar en casi 40 % de los casos, mucho más que antes… y, anecdótico pero interesante, hay más de 4 millones de mascotas en algo más de 5 millones de hogares.

Otro dato importante: según estimaciones del INEC, llegaríamos en 2030 a 2,12 hijos por mujer, que es el nivel mínimo para que a la larga se estabilice (deje de crecer) la población, porque algún día se va la pareja y ha dejado justo 2 descendientes, por debajo de ese nivel, 40 años más tarde la población empieza a decrecer.

Por su parte, el Banco Central del Ecuador (BCE) presentó proyecciones de la economía del 2023 al 2027. Ojo, también proyecciones que pueden fallar en poco o mucho, ojalá fallen y la realidad sea mejor, porque las cifras de crecimiento de la economía (de cierta manera el ingreso) son bastante malas: 1,5 % en 2023, 0,8 % en 2024 y luego alrededor del 2 %, promedio 1,7 % para estos 5 años (bajísimo y además viene luego de 5 años que también han sido malos). Este 1,7 % es más o menos equivalente al crecimiento de la población, es decir el nivel de ingreso promedio por habitante se mantendría estable, lo cual es decepcionante porque la gente se esfuerza cada día para mejorar, no para estancarse. Y este promedio está muy lejos de lo que debería ser un objetivo-país: crecer hacia el 4,5 % anual que es la única manera de realmente “prender el turbo” (título de mi último libro del año pasado), porque solo así podemos dar empleos a los nuevos que entran al mercado, mejorar el empleo de los que ya laboran e incrementar el ingreso de todos. Ojalá estas proyecciones fallen, y hay una buena razón para eso, los modelos económicos no toman en cuenta algo fundamental: la capacidad de la gente y de las sociedades para reaccionar ante la adversidad, por eso ante las crisis los resultados son frecuentemente mejores y las caídas más cortas... ¡Ojalá! (O)