Aunque no fue un personaje de grata recordación, el ex primer ministro italiano Giulio Andreotti acertó cuando sostuvo -palabras más, palabras menos- que el capital político está ahí para gastarlo.

Sobre Daniel Noboa

Siguiendo con la terminología económica, se podría decir que es un capital que no produce réditos si se lo atesora en la caja fuerte y no se le hace rendir. De cualquier manera, la idea se aplica perfectamente a la situación actual del presidente Noboa. Según la encuesta de Comunicaliza, levantada el 20 de enero, la valoración positiva que le asigna la población llega al 80 % (39,6 % muy bien y 40,4 % bien), lo que seguramente constituye la aprobación más alta obtenida por un presidente en los 45 años de vigencia del régimen democrático. Por tanto, la pregunta que surge de inmediato es si va a asumir la responsabilidad que entraña el consejo del viejo político italiano o, como decía la expresión popular, lo va a atesorar como hueso de santo.

Si el presidente prioriza su reelección, caerá muy fácilmente... y postergará las medidas de fondo.

La respuesta no es sencilla porque no se reduce a usar o no usar la popularidad, sino que depende fundamentalmente del objetivo al que se la destine. Sería muy distinto que decidiera usarla para lograr la reelección a que lo hiciera para enfrentar algunos problemas de fondo que tiene el país y que demandan atención inmediata. Si tomara la primera opción estaría tentado a dejar intocados asuntos que requieren acciones decididas, como el subsidio a los combustibles o la misma elevación del impuesto al valor agregado en la que ya hay indicios de retroceso con respecto a la propuesta original. Es muy probable que, guiado por ese objetivo, intente patear hacia adelante la solución de problemas tan graves como el enorme déficit fiscal, que es lo que plantean las bancadas que hacen mayoría en la Asamblea. El objetivo de estas es la elección que está a la vuelta de la esquina y por tanto buscan evitar que les lleguen iniciativas legales que les pongan entre la espada y la pared. No quieren verse en la situación de votar en contra de leyes que tendrían un costo social inmediato, pero que son inevitables para lograr efectos en el mediano plazo. Con ese fin, amenazan (por ahora veladamente, en pocas semanas será abiertamente) con la ruptura de la alianza legislativa. Si el presidente prioriza su reelección, caerá muy fácilmente en ese juego y postergará las medidas de fondo.

Consejo y Ministerio de Política Criminal debieron empezar a funcionar hace casi un año, pero esa disposición legal no se ha cumplido

Por otra parte, es necesario considerar que el origen del súbito incremento del capital político presidencial fue la respuesta presidencial a los hechos del 9 de enero. La desesperación de la población llegó ese día a su punto más alto con la demostración de la capacidad de esas bandas y la indefensión ciudadana. En condiciones como esa, la aplicación de la mano dura entusiasma a la mayoría de las personas, sin contemplar los efectos colaterales que puede tener. La respuesta presidencial tomó esa dirección y es lo que explica el salto de su aprobación. Pero nadie puede asegurar que ese efecto se mantendrá en el tiempo, ya que las situaciones extraordinarias como esa tienden rápidamente a diluirse en la cotidianidad. Pasado el impacto inmediato, las personas volverán la mirada a los problemas que las venían abrumando y que no han recibido atención. Y el capital político comenzará a perder valor. (O)