El Ecuador, por la costumbre de rotación internacional por regiones, fue elegido miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, y por esas mismas costumbres de rotación, le corresponde presidir en diciembre próximo ese Consejo, que tiene como misión fundamental el preservar la paz mundial. Responsabilidad siempre grave, pero mucho más ahora en que hay dos conflictos armados, el de Rusia y Ucrania, y el de Israel y los palestinos en Gaza, en los que se encuentran divididas las posiciones de los miembros del Consejo de Seguridad y, especialmente, de los miembros permanentes que tienen derecho al veto.

Según información y preocupación de la Asociación de Diplomáticos en retiro, y del ex canciller ecuatoriano José Ayala Lasso, el nuevo Gobierno estaría por nombrar como embajador ante las Naciones Unidas, y quien, por tanto, presidiría el Consejo de Seguridad, a una persona sin ninguna experiencia diplomática. En tiempos tan delicados de enfrentamientos sangrientos que conmueven al mundo, esto afectaría al prestigio del Ecuador y al de la propia persona que sería designada.

Piénsese en la conmoción en el propio Consejo de Seguridad, integrado por los más experimentados diplomáticos del mundo, al ver que se presenta a dirigirlos un señor al que no conocen y que tampoco los conoce a ellos. Se le encarga una misión tan delicada al Ecuador y este responde designando a un extraño. Pienso que sería como si en la mitad de un vuelo pasara a pilotear el avión un desconocido sin licencia de piloto.

Quien presida el Consejo de Seguridad debe tener una preparación y experiencia parecida a la del secretario general de las Naciones Unidas. Quien presida deberá conciliar posiciones, proponer soluciones, atender a la prensa. Está, en este momento, como embajador, una persona que, sin ser funcionario de carrera, tiene una alta preparación en derecho internacional, adquirida en la Universidad de Harvard; es del más alto interés de Ecuador mantener esa representación en la circunstancia actual. No se cambia de generales en mitad de la batalla.

En estos días vemos al experimentadísimo secretario general de la ONU, Antonio Guterres, afrontando críticas de las partes en el conflicto en Gaza porque ha pedido un alto al fuego y medidas propias del derecho humanitario para proteger a la población civil, para que cesen las muertes de gente inocente, niños y mujeres.

Sería muy negativo para la anunciada nueva ministra de Relaciones Exteriores, quien no cuenta, tampoco, con experiencia diplomática, iniciar su gestión con un paso en falso.

Todos los representantes de las grandes potencias en el Consejo son diplomáticos duchos, experimentados, al tanto de los conflictos en los que se disputan palmo a palmo el dominio del mundo, y nuestro país no debe desentonar. Si se actúa sin apresuramiento, muchas soluciones se pueden encontrar. Es necesario que la persona propuesta para el cargo adquiera primero experiencia. De todo este proceso de designación del embajador deben estar pendientes las cancillerías de todo el mundo; todo debe estar siendo acumulado en archivos. (O)