Este martes los grandes partidos definieron en los Estados Unidos las candidaturas para la Presidencia. Se enfrentarán dos personajes muy maduros. Joseph Biden opta por la reelección, mientras que Donald Trump será el postulante republicano. Las encuestas prevén una victoria de este último. Aunque la política de Washington hacia América Latina ha mantenido líneas de continuidad, un segundo gobierno de Trump afectará la agenda con la región, especialmente en lo que tiene que ver con migración, que es el único tema que ha aparecido en campaña.

Las prioridades de los republicanos se están centrando en el ámbito doméstico. Una tendencia fuerte que sustenta el proteccionismo, y que tendrá impacto en la libre circulación de bienes y servicios, golpeando sobre todo a China y a Europa, puede ser un primer escenario. Los Estados Unidos tienen tratados de comercio con varios países de la región; esos acuerdos pueden dotar de alguna cobertura al intercambio, pero no es el caso de todos los Estados, entre ellos el Ecuador. Aunque sus exportaciones no son determinantes en el mercado estadounidense, esos países son vulnerables a las eventuales decisiones políticas y económicas del Gobierno estadounidense.

En general, la visión de América Latina durante el primer gobierno de Trump estuvo marcada por la indiferencia y por la premisa de irrelevancia en el contexto internacional. Con la excepción de México, que forma parte del tratado de comercio junto con Canadá, y que es la puerta de entrada de las migraciones, ningún otro Gobierno tuvo relaciones especiales que hayan implicado políticas específicas, ni siquiera el Brasil de Bolsonaro, cuya cercanía ideológica será cubierta probablemente por la Argentina de Milei.

América Latina, si se diera el caso, no podrá escapar a un probable escenario global de hostilidad económica entre los Estados Unidos y China. Durante el primer mandato de Trump esto no llegó a ocurrir, pero el aislacionismo estadounidense tiene un límite que es el temor al crecimiento económico y militar de Beijing. La posibilidad de una guerra comercial existe, pero no es la única opción. Si ella se diera, las economías de la región podrían estar sujetas a la imposición de tarifas y gravámenes en sus relaciones económicas con Norteamérica condicionadas al intercambio de estos países con China.

Los temas de seguridad son persistentes, y, en el caso de América Latina, aquellos que tienen que ver con crimen organizado continuarán teniendo una presencia protagónica de los Estados Unidos. El riesgo sobre la región es que temas de movilidad humana sean más seguritizados y que los dispositivos policiales y militares terminen imponiéndose por sobre políticas sociales, afectando a la vida de millones de personas en la región.

Finalmente, una nota que no hay que olvidar es que para los republicanos (no para los demócratas) la doctrina Monroe sigue vigente: la estrategia histórica de los Estados Unidos, construida en el siglo XIX, que mira al hemisferio occidental como una esfera de hegemonía de Washington. Trump no es Biden. (O)