Para Emma, de 11 años, la política “es una forma de ver las cosas que tiene como objetivo cambiarlas y protegerlas, hacer lo correcto”. Kevin, de 12, dice de la política que “si la haces bien, el mundo se sana y se salva”. La visión de estos niños sobre el accionar político es aleccionadora ya que valora la política como una dimensión profunda que tiene la capacidad de incidir positivamente en los colectivos y las comunidades. Pero la práctica política, en la realidad de los adultos, es lo contrario: la política hace el mal, persigue al inocente, beneficia lucrativamente y sirve para corromperse y corromper.

Tal vez nuestra Asamblea Nacional sea uno de los escenarios más notorios en los que la política es pervertida día a día. Si el país pasa por una crisis institucional generalizada, también esto se debe a la que fue caracterizada como una de las peores asambleas de la historia, aquella que, violentando las normas y el sentido común, intentó en varias ocasiones desestabilizar al país y que solo cesó su inoperancia debido a la muerte cruzada. El reparto de la Asamblea Nacional de hoy continúa descaradamente y políticos descalificados, con juicios en proceso, nos guían en la tarea de legislar y fiscalizar.

El reparto, el sectarismo, el fanatismo y la adscripción ciega a un bando son parte de la legislatura. ¿Pero qué preparación tienen en verdad nuestros asambleístas? ¿Qué se necesita realmente para calificar como asambleísta? ¿Nuestros asambleístas leen libros de política, de economía, de arte, de ecología, de divulgación científica? ¿No deberían declarar públicamente, cada tres meses, qué autores han leído? ¿No deben ser los legisladores personas con interés por la información de calidad? ¿O les basta meterse en el tejemaneje cotidiano de la Asamblea para aparentar cumplir con un papel que hace tiempo dejó de ser honorable?

Daniele Aristarco ha sido profesor de lengua en la escuela secundaria de Italia y divulga temas de interés para niños y jóvenes; él acaba de publicar su Pequeño diccionario de política (Madrid, Siruela, 2023), destinado a jóvenes que comprenden ya la importancia de la función pública y que están forjando una conciencia social a base de ideas razonadas. Este libro explica conceptos –alienación, autoridad, compromiso, confianza, discurso público, evasión, igualdad, mayoría y minoría, neutralidad, patriotismo, pobreza, populismo, privilegios, responsabilidad, silencio, voto– para entender la vida democrática.

Nuestras fallas en la democracia se han debido también a la desvergonzada ignorancia de la inmensa mayoría de políticos profesionales que quieren captar puestos de poder para su propia ganancia. Según Aristarco, “la democracia es un lugar que hay que defender... Un lugar en que nuestra libertad está a salvo, pero que, sin nuestra presencia activa, se quedará vacío y sin vida”. ¿Qué están leyendo quienes legislan y fiscalizan? ¿Tienen los asambleístas una biblioteca personal? El diccionario de muchos de ellos, en el pasado, incluye delirio, desfachatez, ignorancia, insensatez, mentira, reparto, robo, trampa… (O)