La próxima Cumbre de los BRICS, una asociación que agrupa a Brasil Rusia, India, China y Sudáfrica, tendrá en su agenda un objetivo central: la construcción de un sistema monetario para transacciones internacionales que diversifique la dependencia del dólar. Prácticamente todos los países del mundo, en sus intercambios económicos, usan la moneda estadounidense. Otros temas de carácter geopolítico, como la eventual solidaridad con Moscú a propósito de la guerra contra Ucrania, serán más difíciles de procesar por las múltiples interconexiones que los integrantes del Sur Global tienen con los estados europeos y con Washington y porque, entrado el segundo año del conflicto, hay muchos recelos en ellos sobre la validez de la causa y los métodos de Putin, aunque esto no signifique alinearse explícitamente con Kiev.

Hay muchos países que intentan reducir su vinculación a la moneda estadounidense para sus intercambios internacionales. Probablemente la más importante de las razones tiene que ver con el temor frente al uso político que los EE. UU. eventualmente hacen del sistema monetario internacional, ejemplificado por el historial de sanciones unilaterales y el control de las plataformas de pagos y compensaciones para fines estratégicos. Podemos citar también dos temas adicionales: primero, la inestabilidad de la economía norteamericana asediada por una inflación difícil de controlar y por un déficit fiscal cuyo manejo no ofrece escenarios de mejoría; y, en segundo lugar, la indiscutible emergencia de polos económicos distintos, en concreto China, la segunda economía del mundo, e India, que ocupando el quinto lugar tiene las mejores tasas de crecimiento contemporáneas.

(...) si los BRICS fueran efectivamente un bloque unido en todos los ámbitos, superarían al G7 en dimensiones económicas.

Los BRICS no son un bloque homogéneo en términos estratégicos, los intereses de sus miembros son muy diversos. Hay intensas disputas territoriales entre Beijing y Nueva Delhi. Rusia está aislada en una costosa guerra, y su economía, al igual que la de Brasil y Sudáfrica, está muy lejos de los socios asiáticos. Sin embargo, si los BRICS fueran efectivamente un bloque unido en todos los ámbitos, superarían al G7 en dimensiones económicas. El G7, conformado por EE. UU., Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y el Reino Unido, siendo geopolíticamente articulado, y todavía determinante en asuntos globales, ha perdido la primacía mundial de la abundancia.

Los BRICS, de todas maneras, tienen políticas comunes y la más importante de ellas ahora es avanzar hacia un sistema que comience a prescindir del dólar. Varios países africanos, y Argentina en Sudamérica por ejemplo, negocian ya en divisas chinas con Beijing y ocasionalmente con otros socios. Los BRICS se plantean, a través de su nuevo Banco de Desarrollo, crear una moneda distinta, pero su éxito dependerá no solo de la presunción de debilidad del dólar, sino de la capacidad de estabilizar la nueva divisa, dotarle de confiabilidad, generar una liquidez universal de la misma, así como de evitar que la transición vuelva volátiles e inestables a los mercados internacionales. En otras palabras, de controlar la economía global. Un futuro lejano e incierto todavía. (O)