Los países Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) nacieron hace 20 años, por un lado como un concepto de Goldman Sachs de que serían grandes potencias futuras, y por otro lado como una cierta realidad (empezaron a actuar relativamente juntos en ciertos foros internacionales). Los Brics tienen un PIB combinado mayor que el del G7 en términos de PPA (PIB ajustado por poder adquisitivo de sus monedas frente al dólar) y en términos nominales son el 26 % del PIB mundial. ¿Confirmaron las expectativas? Muy medianamente, porque para dimensionarlo recordemos que, frente al 26 % del PIB, representan casi el 40 % de la población mundial, o sea, juntos están apenas a nivel mediano y, con la excepción de China (aunque siempre he expresado dudas sobre su futuro), no parece que alcanzarán niveles importantes. Ahora los Brics buscan nuevos aliados para ampliar su potencial, como son Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán. ¿Con qué objetivo? Hay dos tendencias posibles.

Uno: tendencia light. Se trataría de formar un bloque “del sur” para hacer un relativo contrapeso a Occidente, como por ejemplo ampliar su presencia en foros internacionales, caso Naciones Unidas (poder de veto en el Consejo de Seguridad) o FMI, donde “solo” tienen 15 % de voto. Y a esto agregar temas financieros, como potenciar el Brics Development Bank, que existe desde 2015 y pretende ser un eje complementario al FMI y al Banco Mundial.

Dos: tendencia dura. La empuja China, con su clara visión de aumentar su peso estratégico, socavar el “predominio” occidental y convertirse en el eje central del mundo, para lo cual necesita aliados y súbditos, más aún cuando su energía de crecimiento parece frenarse seriamente. Para ello es fundamental un peso político en organismos mundiales, con mayor poder de decisión. Y aumentar la fortaleza financiera que pasa por operaciones de intercambio entre sus bancos centrales, desarrollar medios de pago o transacción propios y algo esencial: que el yuan (o la moneda Bric) algún día reemplace al dólar. No olvidar que una potencia profundiza su poderío cuando su moneda es central en el mundo. ¿Es esto último posible? La probabilidad es mínima, al menos en algunas décadas. ¿Por qué? Respuesta sencilla: ¿cuándo los agentes económicos estarán dispuestos a realizar operaciones, pero sobre todo tener sus ahorros, en una moneda que no sea el dólar? Usted mismo contéstese, estimado lector.

Es probable que los Brics logren más peso político y algo más en el ámbito financiero, aunque todo limitado. ¿La razón? Quizás sus propias tensiones. Algunos de ellos quieren tener un pie en los Brics pero de ninguna manera dejar de lado un pie en Occidente; otros temen depender en exceso de China; y, finalmente, hay fuertes discrepancias internas: ejemplo, tradicionalmente la relación India-China ha sido conflictiva, y Arabia Saudita e Irán se disputan el liderazgo musulmán. Y siempre ojo con intereses peligrosos detrás de Brics. Ojalá Brics light.

Nota: señalemos de paso que hace pocos años se planteó alternativamente los Civets (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica) como otro grupo de menor tamaño pero con buen potencial … ¡que tampoco parecen estar confirmando! (O)