Un caso muy especial. Argentina ha caído en menos de 100 años de ser uno de los países más ricos del mundo a estar camino al lugar 80. Terrible para su población y un ejemplo de lo que no se debe hacer. Y las elecciones han mostrado desencanto y duda: final entre Massa (socialista) y Milei (liberal). Totalmente diferentes.

Unidad nacional y elecciones en Argentina

En esencia el problema es la política, cuya importancia es clara: permite tomar decisiones colectivas que no podemos enfrentar individualmente. Yo puedo decidir qué auto o ropa comprar (y los que me venden también toman sus propias decisiones), pero hay temas que van más allá: seguridad, justicia, apoyo en educación y salud a los grupos más vulnerables, relaciones externas y más. Para eso delegamos ciertas decisiones y derechos a los representantes políticos, pero ese poder en Argentina (en casi toda América Latina) lo han manejado muy mal. Lo han ampliado sin fin y convertido en la puerta para enriquecerse de ego y dinero, ellos y sus cercanos vía contratos, empleos y coimas. Y luego han enseñado a los electores algo muy grave: “Dame tu voto a cambio de subsidios, protecciones, prebendas y más”. Relación corrupta entre políticos y ciudadanos.

Estas prácticas han invadido todas las esferas y las relaciones económicas y sociales se han tornado absolutamente ineficientes y nefastas. Un país muy poco abierto al mundo (empresarios proteccionistas más la voracidad estatal), mercado laboral complicadísimo (sindicatos), finanzas públicas desastrosas (mil intereses alrededor), controles de precios (para dar gusto a unos y otros) y algo muy común y grave: cuando el Gobierno (mal) interviene y genera efectos perversos, luego interviene para corregir la primera intervención y así entra en un círculo vicioso de intervencionismo. Resultado, estatismo y empobrecimiento, sobre todo para la gente con menores capacidades porque hay otros que sí se benefician: los políticos y sus protegidos, los que pueden cubrirse con dólares.

Argentina: vencer el miedo

Yo no sé de economía

¿Qué hacer? Un shock liberal que rompa esos arreglos perversos que no son solo de los políticos, sino alrededor de ellos. Es clave arreglar las finanzas públicas: eliminar tantos gastos o subsidios que solo benefician a ciertos grupos, tener un sistema tributario razonable y transferir responsabilidades a los individuos. Ahí entra en primera línea la dolarización, porque uno de los mecanismos de financiamiento preferidos desde hace décadas ha sido la “maquinita del Banco Central” que trae inflación, devaluación, incertidumbre y empobrece a los más pobres. Solución: dolarizar inmediatamente. Lo contrario sería engañarse de que se puede mejorar el sistema “desde adentro”, porque demasiada gente se beneficia de una u otra manera (es una razón por la cual en plena inflación galopante Massa, el ministro de Economía, está en segunda vuelta). La dolarización cierra al menos una puerta esencial que transmite los problemas fiscales a los bolsillos… y sobre esa base monetaria sólida hay que reconstruir el resto. Sin duda genera temor perder esos “amarres” y para algunos lo poco que se tiene: de ahí el freno de Milei (frases absurdas, además). Temores que deben superarse, porque la caída se ha dado desde hace 70 años y la recuperación es indispensable. (O)