No quiero repetir el desasosiego de cuatro años más de Trump. Me cuesta creer que tenga adeptos que se ríen de las gracias cínicas y sin sentido. Me cuesta creer que nadie le pueda poner en su sitio ante las burlas y los desafíos que salen de su boca. Adelantar un baño de sangre si no sale elegido es dar alas a sus seguidores para que tomen las armas (de fácil acceso en EE. UU.) y cometan una locura igual o peor que la toma del Capitolio, repugnante espectáculo de unos secesionistas de fin de semana.

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Anticipar la liberación de los que participaron en este acto contra la democracia el primer día en el poder, además de autodeclararse inmune e inexpugnable es mofarse de la justicia impartida por jueces dignos y sensatos a los que maltrata y vilipendia. Negar a los inmigrantes indocumentados su condición de personas está en el mismo ruin nivel que cuando se presentó por primera vez calificando a los mexicanos de “violadores”, todos creíamos que era una broma hasta la madrugada donde derrotó a Hillary Clinton. Ya sabemos que puede ganar y considero que sería un Gobierno nefasto que sabría el camino para destruir una nación, convertir el sueño americano en una pesadilla, desestabilizar las relaciones internacionales y mandar cartas de amor a los dictadores más sátrapas.

Donald Trump advirtió que habría un “baño de sangre” si no gana las elecciones presidenciales en noviembre

Todavía quedan ocho meses, pero el circo ya ha comenzado y llama con sus trompetas. El espectáculo debe continuar y los demócratas necesitan reaccionar de inmediato y buscar hasta debajo de los adoquines los votos necesarios para derrotarlo. (O)

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Luis Peraza Parga, San Diego, California, EE. UU.