¿Quién habría imaginado que este año nos encontraríamos en medio de un dilema diplomático con Rusia? El Gobierno, a través de Cancillería, ha anunciado que Ecuador no enviará armamento a ningún país en conflictos internacionales. Esto marca el desenlace de una trama que comenzó con la decisión de intercambiar armamento ruso, considerado por el Gobierno como chatarra, con Estados Unidos, el cual, según el Departamento de Defensa, sería enviado a Ucrania. El envío fue cancelado tras la expresión de descontento por parte de Moscú al sancionar a varios exportadores de banano.

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Sin embargo, esta situación nos deja la interrogante sobre la posición que debería tomar el Estado en conflictos internacionales. No somos el único país que, dadas nuestras circunstancias, busca ayuda logística y militar para combatir la violencia, y generalmente esta ayuda no llega sin contraprestaciones.

Antes de que nos demos cuenta, nos veremos obligados como país a tomar más decisiones como esta si queremos recibir asistencia militar...

El complejo mundo de la geopolítica a menudo implica tomar partido en conflictos que ocurren a miles de kilómetros de distancia. Históricamente, Ecuador ha mostrado reticencia a involucrarse en tales decisiones. Aun así, debemos preguntarnos si nuestro Gobierno debería emitir juicios morales sobre conflictos ajenos y, en caso de hacerlo, exigir transparencia y justificaciones subsiguientes.

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Con los últimos acontecimientos internacionales en países como Ucrania, Palestina, Taiwán, entre otros, es evidente que el mundo se está polarizando y las potencias globales van a demandar una mayor lealtad de sus aliados. Antes de que nos demos cuenta, nos veremos obligados como país a tomar más decisiones como esta si queremos recibir asistencia militar para luchar contra el crimen organizado. (O)

Lorenzo Rosania Naranjo, Quito