Quito está desde ya en la mira de los urbanistas y planificadores del planeta. Estamos en vísperas del Hábitat III, evento organizado por las Naciones Unidas, donde expertos en la materia urbana abordarán los temas relacionados con la problemática de la ciudad, desde diferentes perspectivas disciplinarias. Se trata, en otras palabras, de una cumbre que presenta la gran oportunidad para intercambiar ideas y experiencias que nos ayuden a todos a mejorar la forma en que manejamos el entorno urbano, que es donde habita actualmente el 51% de la humanidad. Resulta entonces conveniente que revisemos si el manejo de la capital ecuatoriana está de acuerdo con los pensamientos e inquietudes que se discutirán próximamente en su territorio.
El primer desatino que se debe señalar, por parte de la Alcaldía del Distrito Metropolitano, es el nuevo distribuidor de tráfico que se construirá próximamente, a la salida del túnel Guayasamín. Este proyecto plantea la construcción de un paso elevado sobre la plaza Argentina, que conecte la salida del túnel con la Diego de Almagro, mejorando supuestamente el flujo vehicular, al tiempo que deteriorará la calidad de la plaza y sus alrededores. En definitiva, es una propuesta anacrónica, digna de una administración municipal de los años ochenta.
Quienes vivimos en Quito sabemos lo problemático que es el tráfico en esta ciudad. Sin embargo, la respuesta al problema vehicular debe ser otra. Resulta irónico que en estos tiempos se piense en construir pasos elevados; que no solamente implican el deterioro de un parque, sino además la depreciación de las inversiones inmobiliarias que recientemente se han construido alrededor del mismo. Ciudades como Boston o San Francisco han invertido millones de dólares en desmantelar las carreteras y los pasos a desnivel que las atravesaban, con el fin de mejorar la calidad de los espacios públicos.
El proyecto del distribuidor de tráfico de la plaza Argentina hace que otros proyectos bien intencionados como la Zona 30 y la BiciQuito queden como meras obras de naturaleza expiatoria. Lo que se ha querido ganar en conciencia ciudadana con dos pequeños proyectos de buena calidad queda borrado por el codo de un proyecto ajeno a la mentalidad de nuestros días.
A todo esto debemos agregar la terrible logística con la que se está manejando el inicio de las obras en la capital ecuatoriana. Dos de las tres conexiones entre Quito y los suburbios de los valles –la avenida de los Granados y Guápulo– están actualmente con trabajos viales. La tercera vía –la vía Interoceánica– está por comenzar obras próximamente. Eso quiere decir que llegará un momento en que las tres conexiones entre Quito y los valles se verán afectadas por los trabajos realizados en las calles. Una logística triste y desafortunada.
Sería quizás oportuno que se le dé pausa al proyecto de la plaza Argentina; no solo para poder tener una vía donde desfogar el tráfico causado por los trabajos en progreso de las vías alternas, sino también para escuchar y aprender las experiencias de ciudades que han resuelto los mismos problemas, pero con soluciones mucho más efectivas e innovadoras. (O)