Empezó el año 2015 y sonaron las alarmas: el precio del petróleo se desplomaba y Petrolandia, cuyos ingresos del Gobierno dependían de este commodity, se empezó a inquietar.

Petrolandia estaba dolarizada lo cual la inmunizaba de devaluaciones del Gobierno, pero mantenía su moneda fuerte. En los países vecinos se depreciaban sus monedas, lo que hacía que las exportaciones de Petrolandia fueran rechazadas por precio en el mercado internacional. Otros commodities producidos en Petrolandia empezaron a bajar de precio: bananeros, floristas y camaroneros comenzaron a verse afectados. Así, la lista de shocks externos por enfrentar era larga y alarmante, pero Petrolandia tenía todo bajo control.

Lo primero que hizo fue incrementar los créditos para importar bienes de capital, como maquinaria, aprovechando los bajos precios de los países vecinos por la depreciación de sus monedas y la apreciación del dólar. De esta manera, el sector agrícola se benefició con nuevos factores de producción y a pesar de la situación internacional, se intentó fomentar el sector exportador. Se mencionó que la situación regional hacía que las exportaciones no fueran tan competitivas en el mercado internacional, sin embargo, la idea de adquirir a bajo precio bienes de capital era prepararse hasta que se estabilicen los mercados. No quedó más que competir por calidad, negociar acuerdos comerciales y buscar nuevos clientes y socios comerciales. Fue un duro comienzo, pero valió la pena.

Petrolandia redujo la carga tributaria y eliminó el ISD, facilitó el pago de los impuestos y flexibilizó el mercado laboral, reduciendo así el costo de hacer negocios. Eliminó las salvaguardias, las cuales hasta entonces habían reducido las importaciones en el 34% lo que favoreció tanto a importadores como a exportadores. Con estas medidas, bajaron de precio los materiales de construcción lo que fomentó nuevos proyectos que, además de crear riqueza, dio trabajo a muchos, con contratos flexibles. El sector privado creció y con él la industrialización y la innovación. Finalmente se comprendió que una balanza comercial positiva no era un factor determinante en el crecimiento económico como para tomar medidas que eviten un déficit no tan pernicioso.

Cuando en el 2015 Petrolandia previó que la caída del precio del petróleo era inminente y que por ende los ingresos fiscales disminuirían, el Gobierno disminuyó el presupuesto del Estado drásticamente para el 2016. Esto incrementó el desempleo puesto que muchos de los empleados públicos quedaron sin trabajo. Sin embargo, el sector privado se encargó de emplear a la gran mayoría de este personal gracias a la inversión nacional y extranjera y ocuparon puestos en nuevos sectores. Petrolandia, para los inversionistas, era de todas las opciones la más atractiva: vigorosamente dolarizada, laboralmente flexible, tributariamente manejable y comercialmente abierta.

El Gobierno, con menos gasto, logró reanudar inversiones sociales que había pausado por los shocks externos. Con el tiempo, Petrolandia logró estabilizarse y entendió que los esfuerzos debían enfocarse en la estabilidad de la nación, no del Gobierno; y que era posible dinamizar la economía independientemente del precio del petróleo. La economía se robusteció y comenzó a deberle su nombre a la fuerza de una piedra.

¿Suena familiar? Este puede ser Ecuador en el 2016. Pero el tiempo corre en contra, pues las oportunidades son como petróleo en manos equivocadas: se esfuman. (O)