En los últimos días del año crece la demanda de material pirotécnico, pues muchas personas se preparan para despedir el año, y parte del rito es quemar el año viejo que en su interior lleva algunos explosivos, que se acompañan con los que se echan al monigote en el momento de incinerarlo.
Silbadores, diablillos, volcanes, camaretas, tumbacasas son parte de la diversión de fin de año. Son también la causa de muchas lesiones, algunas de gravedad, y de intoxicaciones, por eso su uso no autorizado está prohibido y su comercialización que no cuente con los respectivos permisos es sancionada según el Código Integral Penal.
Las autoridades tienen el deber de controlar y, para hacerlo, realizan algunos operativos. Pero no es suficiente, se necesita la colaboración de la ciudadanía que, además de reflexionar sobre el riesgo, debe evitar comprar, transportar y usar material explosivo en las fiestas, que no serán mejores, ni más divertidas, porque se hace más ruido. (O)