El gobierno de Peña Nieto envió una nota de “reclamo y tristeza” al Vaticano porque se sintió ofendido con una expresión del papa Francisco. El pontífice reza preocupado por el avance del narcotráfico en su natal Argentina.

“Ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización. Estuve hablando con unos obispos mexicanos y la cosa es de terror”, dice el pontífice en una carta enviada a un legislador argentino. Según Naciones Unidas, la tierra del tango ya no es un país de tránsito de droga, sino productor, y además ocupa el primer puesto de consumidores de cocaína en Latinoamérica.

Entrevisté al legislador que recibió la carta del papa. Gustavo Vera, conocido en su país por su lucha contra la trata de personas y el tráfico de drogas, acertadamente calificó de ‘desproporcionado’ el reclamo de Peña Nieto. Agregó que México tiene demasiados problemas como para preocuparse por lo que consideró un tema de literatura semántica.

Efectivamente, el caso de los 43 desaparecidos fue la gota que derramó el vaso lleno de hechos violentos que sufre el país. En los últimos diez años, en México se han registrado más secuestros, asesinatos y desapariciones que los que hubo en Argentina, Chile o Brasil durante las dictaduras, y no se sabe si los ejecutores fueron traficantes de droga o autoridades. Es innegable, la Policía tiene en sus filas a cierta gente corrupta, mal entrenada y amiga de las bandas criminales.

Los funcionarios de Peña admiten que el crimen organizado manda en siete estados del país, pero la inseguridad alcanza y lastima a casi todo el territorio mexicano.

Entonces con todo lo dicho, no es cuestión de estigmatizar decir “evitar la mexicanización”. Cuál es el problema si en temas en contra de derechos humanos se habla de una “venezuelización”, o si nos queremos referir al flagelo de las muertes sospechosas hablamos de una “argentinización”, no creo que el común denominador se me ofenda. Mejor siempre tener un “iñarriturazo”, el Birdman mexicano que con su talento se levantó un Óscar al mejor director. Alejando González Iñárritu, punzante y directo, dijo en la gala: “Que en México podamos encontrar y tener el gobierno que nos merecemos”. El mexicano habla de un país donde las matanzas y desapariciones suceden, donde no hay testigos. Peña no debe asumir que la defensa de la Nación mexicana es una defensa a su propia gestión.

Los mexicanos son gente estupenda, esforzada. Que mejor el gobierno proteste y actúe incansablemente por esos valientes que mueren en el intento de cruzar la frontera con Estados Unidos para buscar lo que su país no les proporciona.

A los que se sintieron ofendidos con lo dicho por el papa, evitemos los dramas de las “telelloronas” mexicanas interpretadas en la trilogía de “las Marías” de Thalía o en los repetidos desengaños de Verónica Castro. De eso sí la primera dama, “la Gaviota mexicana”, entiende bien. La actriz Angélica Rivera, esposa de Peña, en un capítulo de la vida real dijo que su mansión de 7 millones de dólares la compró con el sudor de su frente. Eso sí ofende. (O)