Muchas veces la discusión acerca de la presión fiscal nos desvía del asunto realmente importante: cuánto le cuesta el Estado a la sociedad. Sucede que el costo total del Estado para la sociedad no está incluido en los ingresos tributarios y no tributarios del Estado sino en el gasto público. El Premio Nobel de Economía Milton Friedman explicaba que “Si el Estado gasta una cantidad equivalente al 50 por ciento del ingreso nacional, solo el 50% queda disponible para propósitos privados, y eso es cierto sin importar cómo sea financiado el 50% que gasta el Estado”. En vista de este razonamiento, él propuso en 1974 que se cree una nueva celebración: ‘El día de la Independencia Personal’, para celebrar el día del año “en que dejamos de trabajar para pagar por los gastos del Estado (…) y empezamos a trabajar para pagar por las cosas que por separado e individualmente elegimos en vista de nuestras propias necesidades y deseos”.

Si consideramos que el verdadero costo del Estado para la sociedad es el gasto público en todos sus niveles y sin importar si este es financiado vía impuestos, venta de recursos naturales o endeudamiento, el Estado ecuatoriano le costó a la sociedad en 2012 40,3% del PIB, siendo ese año el cuarto Estado más oneroso de América Latina y el Caribe (tercero si se excluye a los países del Caribe).

Volviendo a la propuesta de Friedman, consideremos si trabajamos más días del año o menos para pagar por el Estado. En el año 2000, que el gasto público total como porcentaje del PIB fue de 22,7%, los ecuatorianos terminamos de trabajar para financiar gastos del Estado el 23 de marzo (que es el día en que había transcurrido el 22,7% del año). Repitiendo el mismo ejercicio, vemos que en 2006 trabajamos hasta el 18 de marzo y que en cambio en 2012 trabajamos para pagar por gastos del Estado hasta el 26 de mayo (gasto público como porcentaje del PIB ascendió a 40,3%). En otras palabras, ahora el Estado nos cuesta cinco meses de trabajo mientras que antes nos costaba casi tres.

Algunos dirán que es necesario un gasto más oneroso para progresar pero esto no se explica si vemos que el crecimiento promedio entre 2002-2006 –durante los múltiples gobiernos anteriores al de la “Revolución Ciudadana”– era de 4,9%, cifra que no ha variado mucho durante el gobierno actual (crecimiento promedio entre 2007-2012 fue de 4,3%) y desde que trabajamos más de dos meses adicionales al año para financiar al “ogro filantrópico”. Tampoco se sostiene si consideramos que países con un nivel mucho más bajo de gasto público han tenido un crecimiento promedio igual o superior que el Ecuador. Por ejemplo, consideremos el dinamismo de las economías colombiana y peruana sin que sus estados hayan aumentado el gasto público como porcentaje del PIB de manera significativa.

Uno podría objetar que parte de los fondos que financian el gasto público no provienen del trabajo, sino del “maná caído del cielo” llamado petróleo. Pero aún así, el Gobierno ha venido gastando por encima de lo que recauda desde cinco años y ese endeudamiento público tarde o temprano se paga con trabajo. Si seguimos así, el día de la Independencia Personal estará cada vez más cerca de la Navidad.