Oía a un amigo sensato, globalizado, plantear que debemos mirar, en el país, también el medio vaso lleno: hay cosas que van peor, pero otras van por el camino correcto. Tiene toda la razón… pero se equivoca … el problema no es plantear que hay cosas buenas y malas (la vida es siempre así), sino ponerlas en la balanza ¿cuáles son más importantes y realmente construyen (o destruyen) un mejor futuro? Ahí es donde, creo, la RC fracasa rotundamente.
Decía este amigo que ve en entidades estatales a muchos jóvenes, capacitados, trabajando largas horas, políglotas, llenos de todos los instrumentos tecnológicos para manejar con solvencia proyectos de alcance. Pero mi duda es ¿qué pasa con una sociedad cuando los jóvenes más ambiciosos escogen al Gobierno como su objetivo de vida? Sueldos más altos (con competencia desleal al sector privado), poco riesgo, ideas llamativas pero alejadas de la realidad porque nunca se han “mojado el poncho”, usando alegremente fondos que el Estado capta fácilmente del sector privado. Me pregunto ¿estos jóvenes están aprendiendo a romper moldes o simplemente se acomodan? ¿Pueden disentir, explorar caminos diferentes?
Decía que admira a los miles de jóvenes estudiando afuera becados por la RC. Y mi duda es ¿qué pasa con una sociedad cuando la gratuidad es la clave, cuando los estudios se regalan porque ni siquiera es un proceso lógico de entregar créditos pagaderos en el futuro (en condiciones razonables obviamente)? ¿Cuántos volverán a tomar riesgos, y cuántos a engrosar cómodas filas de la burocracia?
Decía que ve con potencial al famoso Yachay, una miniimitación del Sillicon Valley californiano, que puede convertirse en un interesante centro de innovación tecnológica. Yo me pregunto ¿no es la esencia de un sistema de innovación que haya gente dispuesta a arriesgar algo: dinero, reputación, insomnios, etcétera? Acá se está armando todo con dinero público: una nueva ciudad (¿se necesita eso para innovar?), empleos académicos fijos, ningún capital de riesgo, burocracia académica …
Decía que el dinero del petróleo se invierte en cosas útiles. Y mi duda es ¿cómo caminan las sociedades (igual que las personas) que reciben recursos fáciles caídos del cielo? ¿Tienen más temple, creatividad, se esfuerzan más o sin darse cuenta caen en el facilismo de colocarse en la fila de las prebendas del Estado mágico: subsidios, bonos, gratuidades, contratos, empleos? ¿Y cuántas de las obras son elefantes blancos, cuántas cuestan mucho más de lo lógico, cuántas se alargan en el tiempo y son más propaganda que realidades útiles?
Más aún, ¿estamos construyendo una sociedad con más capacidad de diálogo? ¿O más bien profundizando desconfianza y revanchismo? ¿Acaso el mensaje del poder no es que los problemas se resuelven a puñetazos? ¿La doble moral (digo una cosa y hago lo contrario, o cuando yo lo hago está bien pero si otros lo hacen está mal)? ¿Las cualidades o defectos de los ecuatorianos se han potenciado? Me temo que lo segundo… sin embargo, no hay verdades únicas, así que ojalá mi amigo tenga la razón…