Dos sacerdotes cosmólogos del Observatorio Vaticano han elaborado un método matemático para entender el Big Bang que, aseguran, va más allá que la Teoría de la Relatividad de Einstein para explicar el origen del universo.

El padre jesuita Gabriele Gionti y don Matteo Galaverni, de la diócesis de Reggio Emilia-Guastalla, son dos cosmólogos del Observatorio Astronómico de la Santa Sede (Specola Vaticana) que, según un comunicado del Observatorio Vaticano, “han avanzado aún más en el desarrollo de un nuevo método matemático para entender el Big Bang”.

Inicialmente se publicó un estudio previo en Physical Review D en 2022, en el que se presentó “una nueva herramienta matemática prometedora para comprender los primeros momentos del universo”, ahora han publicado una segunda parte en el European Physical Journal C. que aborda la cuestión de las preguntas que aún se hacen los estudiosos sobre las leyes físicas que gobernaron ese momento primordial y sobre la física de la gravedad a escalas muy pequeñas.

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Su nuevo trabajo demuestra que se puede transformar o “mapear” la solución de un problema físico a partir de una teoría de la gravedad alternativa a la Relatividad General de Einstein mediante un truco matemático que consiste en observar el problema a través de dos “referencias” matemáticas diferentes, conocidas como referencias “Jordan” y “Einstein”.

Para Gionti y Galaverni, la exploración de las leyes que rigieron los albores del cosmos no solo representa un desafío intelectual, sino una fuente de fascinación y un camino hacia el asombro y la alegría. Esta travesía científica les permite, desde su fe, contemplar el universo como una manifestación de la belleza y elegancia divina, buscando respuestas a las preguntas fundamentales sobre nuestra existencia y origen.

Y aunque a veces el estudio resulta “bastante frustrante”, sigue siendo “una manera de contribuir, junto con toda la comunidad científica, a responder algunas preguntas fundamentales: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Cuál es nuestro origen? Además, para una persona de fe, “siempre existe la posibilidad de interpretar esta investigación como el descubrimiento de nuevas huellas, nuevos signos de la belleza y de la elegancia de Dios al crear el universo”. (I)