“¿Dónde están tus padres?”, o “¿quién es tu mamá?”. Estas son algunas de las preguntas que le formulaban varios estudiantes al nieto de Anabel Campos en el aula de clases, antes de salir a vacaciones.

Ella está a cargo del menor desde que asesinaron a su hija Valeria Vargas, en 2019, en Guayaquil, y desde entonces, ambos reciben atención psicológica.

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“Las escuelas no están preparadas para tratar niños con estas situaciones. Le hacen bullying, los niños le dicen esa no es tu madre, es tu abuela; le preguntan en dónde están sus papás. No veo un acompañamiento ni empatía con las criaturas”, reclama Anabel, de 54 años.

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El menor tiene 9 años y cuando ocurrió el femicidio tenía 5. Antes vivía en España y conoció a su abuela Anabel por lo ocurrido en una visita a Ecuador, antes solo la veía por videollamada.

Año<b>Número de hijos de víctimas de femicidio</b>
201442
201558
201680
2017129
201878
201962
202055
202144
202240
202316
20241

La Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (Aldea) registra que 153 hijos e hijas quedaron en orfandad como consecuencia de estos crímenes de género solo en 2023. Y del 2014 al 2022 suman 1.526.

Yanara Chong, coordinadora del DECE (Departamento de Bienestar Estudiantil de la escuela y colegio Nuestra Señora del Carmen), indica que hasta ahora en la institución no han tenido casos de huérfanos por femicidio, pero dice que el protocolo es abordar la situación.

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“Lo primero es tomar acciones para tratar de mitigar los impactos negativos que se identifican en el estudiante; brindar una compensación con mecanismos que promuevan una solidaridad y que el ambiente donde él se educa, su círculo social, sea un sitio confortable a lo largo de su vida escolar”, explica Chong.

Así también, indica que es importante derivarlo a un psicólogo clínico para tratarlo y en cuanto a ese círculo que lo rodea, dice que son necesarias las campañas de concienciación en los salones. “Para que los demás compañeritos tengan solidaridad y respeto”, apunta y agrega que otra forma es que los pequeños identifiquen qué acciones son correctas y cuáles no.

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Diana Robalino, docente de Psicoterapia de la UISEK, afirma que en esta etapa del tratamiento psicológico no solo es la parte emocional del duelo sino de la violencia. “La pérdida de su madre pone al niño/a en un riesgo de vulnerabilidad debido al quebranto tan rápido, inesperado y sorpresivo del vínculo con ella, y este, entre otros factores, desestabilizará su estructura familiar y por ende su rutina. A largo plazo, una arista importante que debe ser elaborada es alrededor de la resignificación de la forma de la relación que tuvo su madre con el agresor, pues se debe prevenir que el niño ya siendo un adulto utilice la violencia como una forma de contacto con los demás”, expone Robalino.

Ya en el ámbito educativo, opina que cada institución debe tener protocolos de sospecha o confirmación de ser víctima de violencia intrafamiliar. “Si el hecho de femicidio se ha dado, el niño debe ser protegido por los adultos responsables. Gestionar emociones de manera individual como grupal es necesario para que los niños puedan expresar comentarios e ideas que tienen al respecto, y que deben ser guiadas y contenidas por docentes y psicólogos principalmente. La red de apoyo que el niño sienta que tiene en un lugar, que debe ser seguro, es decir, su escuela, es básico para que su bienestar emocional no sea altamente vulnerado”.

La psicóloga añade que las instituciones, en estos casos, deben buscar a familiares de confianza, que sean figuras de protección para los niños. “Lo que los adultos hagamos será un parámetro de ejemplo de lo que es adecuado o no dentro de esta sociedad”, resalta Robalino.

Según datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), desde el 2014 hasta febrero de 2024 se han registrado 735 noticias del delito de femicidio, cuyo mayor repunte en 2023 fue con 105. Este delito, tipificado en el artículo 141 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), cumplirá diez años en agosto.

De estas 735 noticias del delito, 484 víctimas tuvieron hijos, llegando a un total de 605 descendientes. Y 31 estaban embarazadas cuando fueron asesinadas. Entre 2023 y los dos primeros meses del 2024 van 17 hijos que quedaron sin sus madres.

Sin embargo, Aldea maneja otras cifras. Contabilizan 1.735 casos de femicidio entre 2014 y 2024. Solo de enero del presente año al 14 de febrero registran 30 casos; en 2023 fueron 323 y en 2022, 332. Con esto se determina que cada 27 horas ocurre un femicidio.

¿Cómo identificar que al niño le ocurre algo?

Chong señala que la primera persona que puede identificar si un niño está viendo o siendo parte de un círculo violento son los docentes. Esto porque son con quienes pasa más tiempo el menor en un salón de clases.

“Por lo general siempre se muestra un poco retraído y suele expresar tipos de conductas agresivas. Constantemente lloran, se aíslan de los compañeros o los compañeros suelen ser agresivos con él. Cuando se note físicamente un descuido”, dice Chong y agrega que otro escenario es cuando evita tener contacto con un adulto.

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Y es ahí, con estas señales, que se deriva al menor a un psicólogo. En el caso de la escuela y colegio Nuestra Señora del Carmen, según Chong, se avisa a la inspectora y luego al departamento que ella está para descifrar ese tipo de conductas.

Robalino concuerda y asegura que los cambios en el comportamiento son muy evidentes. “Pueden llegar a experimentar signos y síntomas de trastorno por estrés postraumático, como agresividad, irritabilidad, dificultades en el sueño, en la alimentación, regresión de destrezas ya conseguidas como el control de esfínteres, aislamiento, falta de ánimo para actividades con sus pares, entre otras”, sostiene.

Indica que estas son muestras de que el niño se encuentra afectado emocionalmente, más aún después de un hecho tan violento como el femicidio. Y destaca que en esta etapa el cerebro se encuentra en plena maduración, “por lo que este puede verse afectado por el estado de alerta después del hecho. Es necesario el acompañamiento a nivel psicológico y emocional para un manejo y procesamiento del duelo, del dolor, lo más sano posible”, puntualiza Robalino. (I)

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