Sara Sabando extiende la mano derecha y dice con voz entrecortada, pero con fuerza: “Yo tuve en mis manos parte de la tráquea de mi hija, yo la agarré“. Un silencio corto invade la sala donde ella da la entrevista.

Respira, contiene las lágrimas y continúa: “Tuve que ingresar a la autopsia de mi hija, tuve que ver su cadáver destrozado para que se haga justicia”.

Sara es la madre de Naomi Arcentales. Su nombre, por estos días, volvió a ser noticia. Más ahora que sentenciaron al exfiscal Juan Carlos Izquierdo, quien fue el novio de la mujer. La condena, que salió el jueves, fue de tres años por violencia psicológica.

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La madre de Naomi la considera una burla y asegura que razones le sobran.

Son casi las 11:00 del viernes, 5 de abril, y Sara Sabando ha suspendido varias entrevistas con medios de comunicación por un fuerte dolor de cabeza. Está agotada. El ajetreo del juicio, la presión, el estrés, los sentimientos, los recuerdos, todo se le ha mezclado y formó en su cabeza un terrible dolor. Más que todo los recuerdos, esos duelen demasiado.

Exfiscal Juan Carlos Izquierdo es sentenciado a tres años de prisión por violencia psicológica en contra de su exnovia Naomi Arcentales

Sin embargo, se ha dado un tiempo. Llega a la entrevista vestida de negro, el cabello oscuro le cae en ambos lados de la cara y cubre gran parte del rostro. Tiene mucho que decir, señala. Como, por ejemplo, que la sentencia es un paso nada más, uno dentro de una lucha constante en la que lleva dos años y cuatro meses.

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Ella insiste en que a su hija la mataron ese 12 de diciembre del 2021 y tiene sus argumentos.

Para obtenerlos, Sara ingresó a la segunda autopsia que le hicieron a Naomi. Estuvo junto al forense. Fue una decisión difícil, cuenta, pero necesitaba hacerlo. Una primera autopsia había revelado que Naomi se habría quitado la vida, ahorcándose con un cable junto a un televisor, en la habitación de un hotel, pero ella no lo creía y aún sigue sin creerlo.

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Fue en diciembre del 2021, la fecha no la recuerda bien. Lo que sí recuerda es que su hija tenía ocho días sepultada cuando exhumaron el cuerpo. Sara insistió en que le permitieran estar allí, lo pidió ante la ley, incluso recurrió a los Derechos Humanos.

“Yo la vi, estuve allí cuando le destrozaron el cuerpo, vi cuando la abrieron. Mi hija tiene la tráquea completa, el hueso hioides (que se encuentra cerca de la manzana de Adán), no tenía ningún rasguño. Cuando alguien se ahorca, se suspende, ese hueso se rompe o se lastima porque es algo delicado. El doctor me dijo que de haber sido suicidio eso tenía que estar dañado y me lo puso en la mano. Yo vi como destruyeron a mi hija, fue el peor terror que he sentido en carne viva, ver como la destrozaban, todo para tener unos resultados que no hayan sido alterados”, expresa con las manos cruzadas sobre la mesa, con el llanto latente.

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Pero la madre no se quedó solo con eso. Siguió en la autopsia, escuchando al forense y asegura que este le dijo que las carótidas, que son dos venas que bajan por el cuello, no estaban. Estas habían sido extraídas en la primera autopsia. Ella comenta que eso no debió suceder, porque al menos se deja una de las venas, para seguir realizando pruebas. Que eso le dijo el médico.

“Es que la escena misma de la muerte era falsa. Nadie se mata en cuclillas, mi hija estaba colgada de una pared de gypsum, una pared frágil que se habría caído porque mi hija pesaba 135 libras. A él le colaboraron en todo, manipularon todo, la escena fue manipulada para beneficiarlo”, señala Sara y reflexiona sobre su decisión.

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Dice que no se arrepiente, porque después de esa autopsia se abrió el caso por femicidio en contra del exfiscal.

Eso sí, le dolió en el alma verla así. A estas alturas analiza todo y no sabe de dónde sacó fuerzas para ver como “destrozaban” a su hija. . “Ha sido la cosa más horrible que he sentido en mi vida, se lo juro. No le deseo a nadie. Me arrancaban mi ser. Si antes, con su fallecimiento, yo había muerto, ese día me remataron”, expresa.

En estos momentos ya hay una sentencia por violencia psicológica, pero el proceso por femicidio continúa y lo impulsa el abogado Luigi García. Él asegura que no hay nada que celebrar. La sentencia fue por violencia psicológica y aunque se impuso la pena máxima, seguirán insistiendo por el delito de femicidio.

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“En estos momentos el señor Izquierdo tiene medidas alternativas a prisión preventiva, pero estamos por pedir a la Corte que modifique esas medidas, ya que hay una sentencia y existiría el riesgo de fuga”, señala

El abogado exige además que se investigue el tipo penal de femicidio, ya que hay pruebas manipuladas y pericias que faltan hacer. “Naomi no se suicidó, a Naomi la mataron”, expresa.

Por otro lado, Julio César Cueva, abogado de Juan Carlos Izquierdo, señala que apelarán la sentencia, por lo que el exfiscal tendrá que seguir cumpliendo las medidas alternativas. “Nosotros tenemos que apelar sobre las bases de la sentencia escrita. La ley establece que esta no se ejecuta mientras no se agoten todas las instancias”, comenta.

Los procesos judiciales por este caso continuarán, ahora, en otras instancias. Sara Sabando asegura que seguirá insistiendo hasta lograr que se haga justicia. Apela a la ley, aunque le haya fallado. Apela a Dios, a su justicia divina. Dice que entre el cielo y la tierra no hay nada oculto.

Sara habla mucho de Dios, parafraseando un poco. Cuenta que él fue quien le dio la fuerza para ingresar a la autopsia y ver el cuerpo de su hija sobre una plancha de metal. Es que no hay otra explicación, señala.

“Verla, allí es como si te metieran una daga y tú nada más tienes que soportar el dolor, allí, sin moverte”, expresa. Fueron horas, ya ni recuerda bien cuántas, las que estuvo en el centro forense.

Incluso hubo un instante en que perdió la noción del tiempo, porque empezó a asfixiarse, a sentir que le faltaba el aire, que se le cerraba la garganta. Más que todo, cuando pusieron en las manos una parte del cuerpo, cuando agarró el hueso de la tráquea de su hija solo para asegurarse ella misma, y empezar a decir con fuerza que Naomi no se suicidó. (I)