“Se puede decir que yo también me he muerto el 29 de enero”, dice Liu Peien, un empresario de 44 años, que dejó en paréntesis su empresa desde la muerte de su padre y se ha convertido al budismo para tratar de encontrarle un sentido.
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Familiares de víctimas han demandado a las autoridades alegando que son culpables de las muertes por el virus.
“Se puede decir que yo también me he muerto el 29 de enero”, dice Liu Peien, un empresario de 44 años, que dejó en paréntesis su empresa desde la muerte de su padre y se ha convertido al budismo para tratar de encontrarle un sentido.
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