Abarca puntos de vista en extremos ideológicos opuestos y sigue siendo la mayor expresión política en Argentina, como lo demuestra la actual campaña.

El peronismo lleva más de 70 años en el discurso político desde la llegada al poder del general Juan Domingo Perón (1895-1974), quien fue tres veces presidente, entre 1946 y 1974.

Aún 45 años después de su muerte, las dos fórmulas que más pelean por la presidencia llevan su sello: la de Alberto Fernández y la expresidenta (2007-2015) Cristina Fernández de Kirchner, y la del actual presidente, Mauricio Macri, y Miguel Pichetto, figura peronista del Senado por dos décadas.

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Un promedio de 21 encuestas, publicadas por diario Clarín, da a los Fernández 37,97 puntos y a Macri-Pichetto 33,99. El tercero, que les sigue, de lejos, Roberto Lavagna, también es peronista, pero crítico con los Kirchner y Macri.

¿Cómo entender que toda esa variedad política luche por representar al peronismo? La respuesta vuelve hacia el general Perón, quien buscaba las tendencias con pragmatismo para conseguir poder.

El internacionalista ecuatoriano Joaquín Hernández dice que “Perón iba determinando la ortodoxia” de sus políticas de acuerdo con sus necesidades.

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Agrega que definir al peronismo es algo complicado, pero para él es un “partido populista” cuya unidad reposa en el liderazgo de la imagen de Perón y posteriormente en su memoria, “al cual cada uno interpreta”.

La mala gestión de Macri ha hecho que la mayor parte del peronismo, principalmente de izquierda, se vuelva a unir solo para sacarlo. El partido peronista oficial, el Partido Justicialista, apoya a los Fernández.

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El politólogo argentino Sergio Berenstein indica que quien acompaña a Macri, Pichetto, ha sido clave en los gobiernos de los Kirchner. También uno de los que impidieron que Cristina pierda sus fueros de senadora mientras enfrenta sus juicios.

“El peronismo es importante en cuanto se convierte en gobierno, no tanto por sus fortalezas partidarias autónomas de la función de gobierno (...). Macri quiso ampliar la base de su coalición electoral incorporando a una figura que lo que hace es incrementar la capacidad de acuerdo entre el Gobierno y otros actores de la política en Argentina, que es un país federal en el que los gobernadores tienen mucho poder y la mayoría de ellos son peronistas”, indica Berenstein.

Según el analista, el peronismo es parecido a lo que fue el PRI (Partido Revolucionario Intstitucional) en México, una fuerza ideológicamente muy diversa, heterogénea, muy pragmática, “el partido del poder, digamos... ‘atrapatodo’, tiene facciones de centro, de izquierda y de derecha, con lo cual la lógica ideológica es menos importante que la lógica del poder, para entender su conformación”.

Macri se veía al comienzo como un líder opuesto al peronismo y durante su gestión descubrió que eso era políticamente muy costoso. Ahora él está aliado a lo que se llama peronismo republicano, integrado por dirigentes enfrentados a Cristina, que buscan influir en la agenda pública y con posturas más promercado.

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El mito de Domingo Perón se sustenta en acciones como el acercamiento a los sindicatos, a los que benefició con medidas y en disputas con el empresariado a cambio de su apoyo. Promovió la emancipación de la clase obrera, el voto femenino, igualdad jurídica entre hombres y mujeres, vacaciones pagadas para los trabajadores y sueldos adicionales. Nacionalizó empresas, bajó el costo de los servicios públicos y contrató más trabajadores. Con esas medidas, los gastos superaron a los ingresos del país, ocasionando fuertes crisis, por lo que varios sectores lo tachan de populista.

Perón trataba con Franco y Fidel Castro al mismo tiempo

Según el analista político argentino Rosendo Fraga, el peronismo “puede ser partido, movimiento, doctrina, ideología o cultura, pero en realidad es las cinco cosas al mismo tiempo, de ahí una de las causas por la que es de difícil comprensión”.

 Juan Domingo Perón podía girar de izquierda a derecha sin perder su objetivo, que era alcanzar, retener o recuperar el poder. 

“Perón puede ser juzgado por su actuación. A comienzos de los años 70  se encontraba exiliado en España, protegido por Francisco Franco. Al mismo tiempo se carteaba con Fidel Castro y alentaba a las ‘formaciones especiales’, los grupos de la juventud peronista que habían pasado a la acción armada”, afirma Fraga.

 El también historiador cuenta que Perón no ocultaba su visión de la política y públicamente decía: “Cuando en política hay que doblar a la derecha, hay que poner el guiño a la izquierda” y que “cuando usted quiere hacer algo en  política, haga que se lo pidan, rechácelo, haga que insistan y al final acepte haciéndole un favor a quien se lo pide”.  

“¿Cuál es la causa de la sobrevivencia del peronismo durante los últimos tres cuartos de siglo de Argentina? Pienso que la clave está en su capacidad de entender, procesar y representar, la complejidad, ambigüedad y contradicción de la sociedad argentina. Hay una fuerte correlación entre el peronismo y la sociedad, guste o no”, añade Fraga y apunta que de los últimos 75 años el peronismo ha gobernado la mitad, los militares  una cuarta parte y los no peronistas el otro cuarto.

 También expresa que la “frustración argentina” no puede adjudicarse solo al peronismo, pues todos los sectores han sido parte del problema. 

 “Lo que está sucediendo en el peronismo –la sorpresiva fórmula Fernández-Fernández, la Macri-Pichetto, la división entre kirchneristas y antikirchneristas, los giros imprevistos de los protagonistas y las citas a Perón–  muestra no solo su sobrevivencia, sino también la permanencia de sus claves políticas y culturales”, dice.  (I)