Es una relación de amor y odio, dice Robyn J. Burnham, del Departamento de Ecología y Evolución Biológica de la Universidad de Michigan (EE.UU.), sobre las lianas y las reacciones que generan en los humanos. Los niños se cuelgan de ellas simulando el grito de Tarzán, mientras que los exploradores con fines científicos llegan a maldecirlas cuando se hincan con sus espinos en las caminatas por el bosque, indica en el libro Los secretos del Yasuní, publicado recientemente. Se trata de un compendio de las investigaciones científicas de la Estación de Biodiversidad Tiputini –EBT, una porción de selva que tiene en comodato la Universidad San Francisco de Quito en el límite norte del Parque Nacional Yasuní–.