Una gruesa lágrima resbala por la mejilla izquierda de una mujer que tiene atada una bandera venezolana a su cuello y sostiene un crucifijo en su mano derecha. Otra con ojos llorosos y un pito en su boca golpea una barra metálica. Ellas participan en la protesta del pasado sábado, en el lugar donde un militar mató a un joven, junto a otros miles de manifestantes, la mayoría jóvenes. Sus rostros muestran indignación, ira, angustia, impotencia.

Cansados, luego de más de 80 días protestando, siguen resistiendo, esperanzados de lograr el cambio que para ellos significa que se convoque a nuevas elecciones y se anule la convocatoria a una Constituyente que impulsa el presidente Nicolás Maduro. Aunque esa esperanza parece desvanecerse conforme pasan los días.

“Disculpa madre, pero salgo por Venezuela”, reza en la camiseta de un joven. “Perdóname si no vuelvo, pero es por ti, mi chiquita”, dice en la de otro. “Dios mío... que no me toque una bala”, se lee en el escudo de madera de otro. Los tres, unos veinteañeros. Algunos se han confeccionado unos chalecos “antibalas” de tela gruesa.

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Resisten, pese a que saben que pueden morir, resultar heridos o caer detenidos, otro de los peores escenarios que les espera por las violaciones a los derechos humanos que denuncian activistas.

Maduro advirtió el pasado sábado durante un acto militar: “Todos los detenidos en la operación tun-tun están bajo justicia militar y serán severamente castigados”.

Casos de tratos crueles, intimidatorios y humillantes asociados a violencia sexual, maneja la oenegé Foro Penal. Subraya que la violencia sexual es la más preocupante. “Ha sido utilizada como un mecanismo de represión muy efectivo porque es humillante, intimidatorio, vulnera la intimidad de la persona”, le dice a El Nacional Magdymar León, coordinadora de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa.

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Una joven detenida en la protesta del 3 de junio cuenta que un guardia le ofreció dinero para que callara mientras él abusaba sexualmente de su compañera. No lo logró porque las siete ocupantes de la celda lo impidieron. Otra joven, que permaneció detenida 16 días, no pudo salvarse, fue manoseada, luego drogada y violada.

“Fui llevada a golpes a una zona cercana a la detención, allí me drogaron, me golpearon y me violaron. Luego me llevaron al comando que parecía un campo de concentración: personas en condiciones inhumanas, todas golpeadas, durmiendo encima de sus orines y heces fecales”, contó otra mujer, madre de dos niños, ante la comisión de derechos humanos del Parlamento del Mercosur.

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La diputada Delsa Solórzano maneja el caso de torturas y tratos humillantes a 10 jóvenes detenidos. Uno de ellos dijo que además de ser golpeado y amarrado con un cable también fue violado con un tubo. “El objetivo es generar un efecto para la víctima y para el colectivo porque manda el mensaje de que esto también le puede pasar al otro”, dice León.

En las calles aumenta el repudio a las fuerzas de seguridad. “¡Asesinos! ¡Asesinos!” “¡Fuera, asesinos!”, Son los gritos de decenas de personas que retumban en un centro comercial caraqueño contra miembros de la Guardia Nacional Bolivariana. El momento quedó grabado en videos que se viralizaron en las redes sociales.

Pero nada frena a las intenciones de Maduro. El mandatario culpó a la oposición de estar preparando un sabotaje a las elecciones de los candidatos a la Constituyente y exigió a los poderes públicos que actúen en contra de las personas que reclaman un cambio de gobierno. “No permitiremos sabotaje”, dijo Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral, considerado afín al Gobierno y señaló que se dirigirá al Tribunal Supremo de Justicia, también considerado cercano al chavismo, para solicitar las medidas para garantizar el proceso, registró El Nacional.

También el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, que ha jurado lealtad a Maduro, llamó a la Fuerzas Armada a aumentar los esfuerzos para “la creación de unidades ligeras, de acción especial, más letales”. (I)

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