En lo alto de la pared cuarteada de un edificio que lleva casi la mitad derrocado, un reloj público marca las siete menos un minuto. Está parado desde hace un mes y se halla en el corazón de la denominada zona cero de Portoviejo, la parte más arrasada por el terremoto de las 18:58 del pasado 16 de abril. Con una magnitud de 7,8 y una duración de 55 eternos segundos, el sismo afectó, sobre todo, a Manabí y una parte de Esmeraldas.