El estado de Georgia en Estados Unidos ejecutó este miércoles a su condenado más anciano, días antes de que cumpliera 73 años, una muerte especialmente criticada por quienes se oponen a la pena capital.

Brandon Astor Jones recibió la inyección letal en la prisión estatal de Jackson, dijo un portavoz penitenciario a la AFP.  

Fue declarado muerto a las 00:46 del miércoles tras recibir una inyección del barbitúrico pentobarbital en la prisión estatal de Jackson. Fue condenado por la muerte de Roger Tackett, que regentaba na tienda en un suburbio de Atlanta, en 1979.

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Brandon, afroamericano, pasó 36 años entre rejas por el asesinato en 1979 de un empleado blanco de una gasolinera. Sus abogados trataron hasta el último momento de suspender la ejecución, incluso con un recurso ante la Corte Suprema de Estados Unidos. En vano.

Los críticos denunciaron este caso como un ejemplo del "doble castigo" que se imponen a algunos condenados a muerte que pasan décadas confinados en solitario con la muerte como única expectativa.

Además, sus detractores consideran que muchos condenados fueron sentenciados en un periodo en el que no podían contar con una defensa satisfactoria y que si fueran juzgados hoy en día, el veredicto sería distinto.

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Dos sentenciados

"El caso de Jones plantea preguntas sobre la proporcionalidad y la aplicación discriminatoria de la pena de muerte", denunció en un comunicado el Centro de Información sobre la Pena de Muerte.

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"Él y su coacusado Van Solomon - ambos afroamericanos -, fueron sentenciados a muerte (...) por matar a un vendedor blanco en una gasolinera durante un robo". "Jones negó haberle disparado y la acusación nunca determinó quién hizo el disparo fatal", según la nota.

Solomon murió en la silla eléctrica en 1985.

Durante las décadas que pasó entre rejas, Jones leyó mucho y se dio a conocer por sus escritos sobre la vida en prisión y cuestiones raciales.

Jones se negó a pronunciar sus últimas palabras ante los testigos que presenciaron la ejecución pero accedió a que se leyese una oración.

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Georgia no anuncia a qué hora exacta administra la inyección letal, y los observadores no pueden presenciar este momento. Pero el alcaide salió de la sala de ejecuciones a las 00:30, y los registros de ejecuciones similares muestran que la droga suele empezar a fluir uno o dos minutos después de este momento.

Actualmente, 75 hombres se hallan en el corredor de la muerte en Georgia. El año pasado, el estado suspendió las ejecuciones durante varios meses debido a una polémica sobre las sustancias usadas en las inyecciones letales.

Estados Unidos ejecutó a 28 personas el año pasado, el número más bajo desde 1991.  (I)