Por siglos Sarajevo fue conocida como "la Jerusalén de Europa", donde el cristianismo, el islamismo y el judaísmo vivían en armonía. En la década de 1990, sin embargo, la ciudad pasó a ser sinónimo de animosidad religiosa, cuando cristianos ortodoxos serbios y musulmanes bosnios se enfrascaron en guerras calamitosas.

El papa Francisco espera restaurar parte del viejo legado el sábado, durante una visita a esta ciudad que hace tan solo dos décadas conmovió al mundo con sus francotiradores serbios y atentados contra civiles inocentes.

Esta ciudad de mayoría musulmana se prepara para hacer una gran recepción al pontífice. Ya se venden tazas con la imagen de Francisco en negocios de souvenirs donde se las coloca junto a estatuas de San Juan Pablo II en la plaza principal. Carpinteros musulmanes crearon un trono de madera para que se siente el papa y artesanos católicos construyeron un altar para la misa que oficiará. En Srebrenica, donde se produjo la peor carnicería ocurrida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, un coro mixto de musulmanes y cristianos ortodoxos practica un tema de amor que le cantará al pontífice.

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La mezquita, la sinagoga, la catedral católica romana y la Iglesia Ortodoxa Oriental se encuentran a menos de 100 metros la una de la otra. Pero la armonía entre las distintas fes fue sacudida por la guerra entre serbios, croatas y bosnios entre 1992 y 1995. El conflicto dejó 100.000 muertos y desplazó a la mitad de la población.

Dos décadas después, las heridas persisten y muchos de los problemas que causaron tanta animosidad no han sido resueltos. Los cristianos ortodoxos serbios quieren un estado independiente; los musulmanes bosnios desean un país unificado y los católicos romanos croatas quieren su propia región autónoma. (I)