El sonido de los tacones se apodera de los andenes. Proviene de oficinistas que desembarcan aprisa de los alimentadores del norte para subir en los articulados que salen de la terminal Río Daule al sur.

Son las 08:30 del miércoles 12. María Coronel llega de Mucho Lote y hace fila detrás de unas 10 personas que esperan abordar un bus y encontrar un asiento disponible. Otras, que van con el tiempo, pasan de largo y se embarcan en un articulado que está por salir lleno. Algunos no respetan la fila preferencial para tercera edad. Arriba otro bus, en 3 minutos, y María sube junto con decenas que ya no alcanzan asientos vacíos y van parados.

En cinco minutos, el articulado está en la segunda parada, en la Base Naval. “Esa es la que más se llena”, dice María. Unos empujan por entrar. Allí hay pasajeros que viven en Durán y que trabajan en el centro y sur. Luis Buenaño es uno de ellos. Agrega que a diario debe esperar hasta 15 minutos para poder subir.

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Jefferson Valencia, quien utiliza esa ruta desde la terminal al centro, asegura que “el problema es en las horas pico”, cuando la gente va a sus trabajos o sale de ellos y parece que los buses son insuficientes.

A las 08:50, 20 minutos después de iniciado el recorrido, el bus arriba a la Caja del Seguro. Unos bajan, otros suben rumbo al sur. María sigue en su ruta. Cuenta que cuando hay bastantes pasajeros y tráfico, como en el periodo de clases, se hace 35 minutos para llegar al Centenario. Ayer llegó en 25.

A partir de esa parada, el flujo merma y el recorrido parece rápido. Luis se queda en el Guasmo, donde labora. “Si hay más buses, esto va a mejorar”, indica. El trayecto acaba a las 09:12.

Yo, de la terminal hasta la parada Boca 9, me hago de 20 a 25 minutos, pero a partir de las 18:00 hay más gente”.Jefferson Valencia, usuario