En el barrio de La Mariscal, en Quito, está el teatro Patio de Comedias. Y junto a él está la casa de Juana, a la que ella llegó a los 12 años, con sus padres. Este sitio, construido en 1928 y adquirido por su abuelo en la década de 1940, ha sido el hogar de su familia por más de cuatro décadas.

Ahora, a los 59 años (“muy jovencita para que me hagan abuela”), la actriz Juana Guarderas vive allí con sus hijos, Gabriel (23) y Francisca (18), “juntos, pero no tan revueltos”. Ha habitado otras casas, en Ecuador y en otros países, pero el 80 % de su vida ha sucedido allí, estima. Aunque no es el lugar en el que espera asentarse indefinidamente: se ve retirándose de la ciudad en los próximos años para quedarse en una casita en el campo, como en su niñez.

¿Y qué va a pasar con el teatro? “Yo me imagino que estaré dándole la batalla artística y cultural por lo menos cuatro o cinco años más”, asegura la actriz quiteña en conversación con este Diario. “Y luego sí me gustaría ir al campo… A los pies del Atacazo, al lado de un bosque de alisos”.

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QUITO.- Juana Guarderas, actriz y directora del teatro Patio de comedias, en su casa, en el norte de Quito. Foto: Alfredo Cárdenas.

Esa misma Juana de pensamientos tan románticos, casi no fue actriz, porque hubo una etapa de su juventud en la que trató de negarse a esa vocación, y se fue al exterior a estudiar diplomacia, una carrera que no era parte de la tradición familiar.

“Mi papá, Raúl Guarderas (1932-2013), fue un actor nato. Él fundó el teatro Patio de Comedias. Mi madre, María del Carmen Albuja, también actriz, escritora y poeta (87 años), tiene un libro de publicación reciente, La niña del sillón de mimbre, en el que cuenta cómo nace el Patio en Quito. Ahí habla de cada uno de nosotros, sus hijos, de esta casa, como es vivir junto al teatro, el lugar de trabajo”.

Vivir pegada al escenario ha sido para Juana absolutamente gratificante. El Patio de Comedias se inició en 1980, cuando ella tenía 16 años. Antes de eso, las obras se hacían en la sala de la casa donde ahora vive. “Tener algo tan fuera de lugar, tan original, tan distinto determinó mi vida, por más que le quise ‘torear’ a la actuación, y estudié Ciencias Internacionales, hice un ‘minor’ en teatro”.

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La distracción no le sirvió, terminó dedicándose a las tablas. En 1990 tomó la dirección del Patio. Se propuso darle nueva vida al espacio, reorganizar la programación. Así, además de actriz, es la directora ejecutiva de la Corporación Cultural Teatro Patio de Comedias. “Mi vida, mis parejas, mis historias personales y mis hijos han crecido aquí, junto a un teatro, y eso también ha tocado sus vidas de una manera profunda”. Hablando de parejas, ahora Juana está “disponible y recibiendo carpetas”.

QUITO.- Juana Guarderas, actriz y directora del teatro Patio de comedias, mientras se maquilla, en una salita del Teatro de comedias, en el norte de Quito. Foto: Alfredo Cárdenas.

El Patio de Comedias, de las tablas al streaming

La cercanía al local le permitió a Juana, en pleno confinamiento, ser de las primeras en atreverse a transmitir teatro en línea y en vivo. “Nos encerraron el 17 de marzo. Yo fui la primera en este país que pude hacer un streaming teatral, el 18 de abril, con un monólogo cómico que justo voy a poner en estos días en cartelera de manera presencial, No quiero morir virgen. Una de las suites de esta casa estaba alquilada al productor audiovisual español Roberto Sintes” (técnico de proyectos de inclusión sociocultural para personas con discapacidad a través de las artes). Estaban trabajando en otro proyecto (La venadita, un poema a la memoria), al que dotaron de medidas de accesibilidad universal: lenguaje de señas, subtitulado, audiodescripciones y audioexplicaciones, y llegó la pandemia. La gira se canceló.

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El monólogo sobre el personaje Abrilia fue creado en el año 2016 y es una de las obras del repertorio de Juana Guarderas.

“Le dije: saca la cámara, prendamos las luces del teatro, me pongo el vestuario, me maquillo. Si mis hijos hacen clases por Zoom, yo tengo que hacer teatro por Zoom”. Adquirieron una licencia de la plataforma, hicieron un acuerdo con una tiquetera virtual y se lanzaron. De ahí nació el Proyecto Teatro Contigo, para personas con diversas discapacidades, en conjunto con el Ministerio de Cultura de España y con el Instituto de Fomento a la Creatividad e Innovación (IFCI), y que está disponible en el sitio TeatroContigo.com.

De haber sido el ‘minor’, el teatro se volvió el ‘major’ de la vida de Juana. ¿Por qué se resistía? “Yo veía que mis papás tenían que invertir, sacar de su bolsillo para producir las obras. Ellos tenían otra actividad económica con la que sostenían el teatro. Pensaba que en mi país era imposible vivir de esto, que iba a ser parásito de mi familia, que no iba a independizarme nunca”.

Al volver a Quito, después de cuatro años de universidad, el teatro volvió a rodearla. “A mi papá le interesaban más los clásicos, yo quería conocer cuáles eran las propuestas de la joven dramaturgia ecuatoriana”. También estaba buscando trabajo. Se animó a aplicar a una convocatoria de la Academia Diplomática de la Cancillería, porque cumplía con todos los requisitos. Pero el primer filtro, el examen psicológico, la detuvo. “Yo lo veía y decía, no soy esta persona. Podría responder mintiendo, pero no soy esa diplomática, no soy burócrata, no pertenezco a este mundo. Decidí ser muy honesta y no pasé la prueba. Mi mamá me preguntó cómo me fue, y le contesté: ‘Excelente, mejor imposible, porque acabo de tomar la decisión de que lo que quiero en esta vida es ser actriz. Páseme la posta del Patio de Comedias’”. Pronto se convertiría en Marujita.

QUITO.- Juana Guarderas, actriz y directora del teatro Patio de comedias, en su casa, en el norte de Quito. Foto: Alfredo Cárdenas.

Las Marujas, “un proceso de creación infinita”

Para entonces, Juana ya conocía a Luis Miguel Campos, el autor de La Marujita se ha muerto con leucemia, obra que estuvo en cartelera desde 1990 hasta 2017, dirigida por Guido Navarro, y que las congregó a ella (como Abrilia Romero, cuencana), a Elena Torres (Cleta, quiteña), a Marta Ormaza (Encarna, manabita) y a Marisela Valverde (en las primeras funciones).

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Ese título salió del repertorio en 2018, una decisión tomada después de la muerte de Ormaza, pero las Marujitas siguen vigentes con Elena Torres y Juana Guarderas. “No fue la única obra, fue la que nos visibilizó”. Las llevó a la televisión y a una serie de spin-offs: Las Marujas, qué viejas para verdes, Entre tereques, Navideñas, Entre violetas y braguetas (estas dos últimas siguen en cartelera). Las puso en la memoria de muchas generaciones. “Muchos queridos amigos actores y actrices me dicen: ‘¿Sabes por qué me decidí a hacer teatro? Porque de niña me llevaron mis papás a verte en La Marujita se ha muerto con leucemia’”.

De la mano de las Marujas y de su propio talento, Juana siguió en la TV para varios capítulos de la serie cómica Dejémonos de vainas y Pasado y confeso. Fue directora de casting de El caminante. Y una de las conductoras de Así somos, una “mesa de la polémica” en la que se hablaba de temas diversos. Es aliada de las producciones de Enchufe TV. Estuvo en la serie Mortal Glitch, de Christian Moya, y en la película Misfits, de Orlando Rodríguez, así como en su amada cinta Prometeo deportado, de Fernando Mieles. Vivió un año en Buenos Aires para participar en la comedia Doctora Amor.

Juana Guarderas y Peky Andino son parte del elenco de 'Prometeo deportado', dirigida por el guayaquileño Fernando Mieles.

Sin embargo, la quiteña pronto vuelve a hablar de teatro, y entre sus múltiples proyectos, está la dirección de Papakuna, creada por el Colectivo Yama. “Es una obra muy linda que estuvo hace poco en Guayaquil (en el Museo del Cacao) y nace de una investigación sobre la diversidad de la papa nativa en el Ecuador; la estrenamos en el año 2018 y ha funcionado muy bien con niños y con adultos; en el público urbano y el rural; ha estado invitada a muchos festivales internacionales; me siento muy orgullosa”.

Hablando de festivales, el 8 y el 10 de octubre representará a Ecuador en el Festival de la Hispanidad en Madrid, España. “Voy a hacer dos funciones de La venadita, un poema a la memoria (de Susana Pautasso) en la Sala Negra de los Teatros del Canal. Es un honor muy grande presentarla allí gracias a una invitación de la Comunidad de Madrid y el apoyo de la Universidad de La Rioja y la embajada de Ecuador en España”.

La actriz Juana Guardera durante una presentación de 'La venadita', en el 2018.

La evolución de las Marujitas ha sido un proceso interesante, dice Juana. Campos las creó en el papel, y el director y las actrices les pusieron voz, energía, ritmo, tiempo, características y comicidad. “Estos personajes son creados a partir de una técnica muy específica, el teatro gestual, el trabajo que hicimos con Guido Navarro en el proceso de construcción. Tiene que ver con el clown, con el bufón, con la comedia del arte, con el teatro de máscaras”. Luego vino un trabajo personal de cada una, de investigar.

Cada vez que las Marujas suben al escenario, siguen creciendo, “es un proceso de creación infinita, tengo cada vez más información para alimentar a ese personaje. Asumimos una inmensa responsabilidad al representar una idiosincrasia de amplísimo rango, ese abanico de posibilidades que es la cultura cuencana, en mi caso, y entender desde lo más conservador hasta lo más vanguardista. Si usted ve, en mi biblioteca, tengo libros sobre cultura cuencana, palabras, modismos, historia, anécdotas, personajes. Ocupan un lugar importante, y no solo es lectura, sino las vivencias que tengo; cada vez que voy a Cuenca regreso con más material para que mi personaje se siga enriqueciendo”.

Para Juana, el actor es un investigador. Las Marujas han tratado de diferenciarse de caracterizaciones en las que no se profundiza, sino que se sigue un estereotipo, algo que Juana juzga “una forma degradante de tratar a otras culturas; he visto que la cultura montuvia, la afro, no siempre se han sentido bien representadas en espacios de humor, porque dicen: ‘no somos eso o no solamente somos eso’. Nuestro tratamiento nace desde el respeto, la admiración y el amor profundo”.

El cariño es mutuo. “Los cuencanos aman a mi personaje, menos mal, no sabe la gratitud inmensa que tengo por eso. ¡Alguna vez me pidieron de la Alcaldía de Cuenca que abra un desfile por las fiestas de abril, como artista cuencana destacada!, entonces les tuve que decir muchas gracias, pero no soy cuencana. No lo podían creer”.

El futuro del Patio de Comedias

Nos quedamos pensando en la casa en el bosque de alisos. ¿Cuál es el momento en que el actor piensa en el retiro? Juana no cree que vaya a dejar el teatro, aclara, lo que siente es necesidad de cambiar a un espacio más tranquilo, menos urbano. Y su plan artístico B está en marcha.

“Mi hermano construyó al lado de mi casa un domo de caña guadúa, que es como un escenario donde hemos hecho ya cosas de teatro”, confiesa, “entonces pienso y digo: ‘Ya, ahí tengo mi teatro’, y volveré a conectarme con el mundo campesino, la cosmovisión andina (...) Haré cosas con los niños, con los jóvenes del campo, con los adultos mayores. Si me llaman para un proyecto audiovisual o una película, encantada de la vida estaré”.

¿Qué pasará con el Patio de Comedias? Es una pregunta que la actriz se ha hecho constantemente. “La pandemia fue un primer aprendizaje, un ejercicio de desprendimiento, de saber que nada es infinito. No quiero obligar a mis hijos a sostener un espacio escénico, porque es una demanda fuertísima”. Sin embargo, podría ser. Sus dos hijos están involucrados en el arte. Gabriel se ha graduado como productor musical, y tiene una banda de rock, Flix Pussy Cola, a la que Juana promueve con entusiasmo. “Ya hacen conciertos más o menos seguido y están en su segundo disco”.

Francisca ha actuado en teatro desde los 3 años. “Mi hija aprendió haciendo talleres de teatro desde muy chiquita, actuando en cortos y en un par de obras de teatro. Recientemente estuvo con nosotros en la obra Antígona sudaxa, de María Beatriz Vergara, que presentamos en el Festival de Mujeres en Escena, en Bogotá. Va a estudiar psicología y le gusta mucho la actuación, la danza, el movimiento, dibuja, pinta, es muy hábil y está pensando hacer un posgrado en arteterapia”.

Si ellos quieren sostener el Patio de Comedias, y les viene de manera natural, este continuará, “pero si no, puede que sea un proyecto finito. Hoy tiene 43 años de historia. Lo que puedo decirle es que ahora, en el 2023, en el 24, en el 25, mientras esté yo con energía y vitalidad, el espacio se mantendrá vivo, constante, con un taller permanente de actuación, con cartelera todos los fines de semana”. (E)