Después de graduarme de la universidad y comenzar a trabajar estaba convencida de que los 30 años eran la edad ideal para tener hijos. Me parecía un buen número para compaginar el momento biológico y profesional. Pero concebir y establecer una familia no es algo que esté disponible por catálogo. Los planes cambiaron y fui madre a los 33.

Hoy, con la experiencia de dos hijos, muchas veces he pensado que habría sido mejor tenerlos más joven porque tendría más paciencia y vitalidad.

Múltiples estudios médicos coinciden en que, desde el punto de vista biológico, la mejor edad para tener hijos, con menor riesgo de complicaciones en el embarazo y posparto, está entre los 25 y los 30 años, además de que la fertilidad está en sus niveles más altos.

En Ecuador, de acuerdo con el último censo disponible del INEC, la edad media de las madres al tener su primer hijo es de 21 años, una población materna joven comparada con Europa, donde alcanza los 30.

Pero, ¿tiene la edad en realidad una ventaja en el ejercicio de la maternidad? Mi sobrina Mirka tiene 25 años y hace seis meses se estrenó como mamá. Con su novio querían ser padres en un par de años más, pero la pequeña Alice llegó sin esperarlo, contra todo pronóstico. Mirka tiene el síndrome de ovario poliquístico, que incide directamente en la fertilidad, y le habían advertido que ante la cantidad de quistes que presentaba podría ser difícil embarazarse.

Se informó, se preparó con buena alimentación y ejercicio para dar a luz de forma vaginal. Sin embargo, el parto terminó con una hemorragia que casi pone en riesgo su vida. Su útero no se contrajo después de parir y empezó a sangrar hasta casi desmayarse. Le colocaron rápidamente un balón de bakri, un dispositivo que permite controlar la hemorragia del útero, un traje antishock, dos pintas de sangre y dos de plasma.

Se recuperó enseguida y con una episiotomía encima, salió a ocuparse 24/7 de la bebé. Sus prioridades y hábitos cambiaron. Antes podía dormir hasta las 12.00 o 13:00 ininterrumpidamente. Ahora a las 07:00, antes que la niña se despierte ya está en pie. Dice que se le activó una preocupación constante que antes no tenía, de estar pendiente mientras está con ella y más cuando no está.

Da lactancia materna exclusiva y eso la demanda todo el día, por eso coordina bien los horarios cuando debe atender sus turnos como maquilladora.

“Ella prácticamente tiene todo mi tiempo, soy madre a tiempo completo, a veces me toca ir al baño con ella. Ahora a los 6 meses ya empieza a ser cansado, por el peso e incluso por qué ella está más activa…, una como madre no tiene vacaciones ni remuneración, lo que solemos recibir es el peso de la sociedad con sus críticas y consejos antiguos o por qué ya criaron cuatro hijos”, refiere entre risas.

Aunque hay factores biológicos que pesan, el mejor momento para la maternidad de una mujer tiene mucho que ver con su decisión de convertirse en madre, con las aspiraciones profesionales o laborales, con la estabilidad económica, emocional y de pareja. Lo difícil es precisamente lograr que eso encaje con el reloj que nos marca la producción de óvulos.

Lo que me deja tranquila ahora es saber que a los 25 o a los 33, no solo ponemos el cuerpo para dar vida sino que hay cosas que se viven por igual: la preocupación por el bienestar de los hijos, la carga mental y el sentimiento de que nunca ejercimos un trabajo tan exigente ni tan gratificador.