Escribo esta columna aún con la resaca de los atentados y conmoción que desató la ola de violencia que todos vivimos y no queremos repetir.

Nuestro país, con todo y sus problemas, siempre fue un lugar tranquilo, hoy existe incertidumbre al salir a las calles, los negocios en general están contraídos. Pero me quiero referir puntualmente al rubro gastronómico, que sigo insistiendo que es uno de los recursos turísticos más importantes con que contamos; sin embargo, aún subvalorado por algunos de nuestros propios sectores.

También es uno de los más sensibles cuando se ocasiona una crisis como la que estamos viviendo. Los restaurantes son lugares públicos de reunión, donde la experiencia se vive no solo en lo gastronómico, el restaurante es un lugar donde vamos a disfrutar de la compañía, la bebida y la cocina elaborada con cariño y profesionalismo.

Atentados como los que vivimos afectan muchísimo a nuestro sector que, de un solo momento ve caer drásticamente su afluencia, con ello ingresos que cubren su sostenibilidad y rentabilidad; sin embargo, los costos operativos se mantienen, y muy poco se habla de aquello, del perjuicio que conlleva días de paralización que en los últimos años se vienen tornando más frecuentes por distintos motivos.

En momentos como este es cuando más debemos afianzar y redireccionar la promoción e incentivos a nuestra gastronomía y toda su industria, que sumada aporta con miles de plazas de trabajo, dinamiza la economía y genera una identidad única en el ecuatoriano.

Los restaurantes son el termómetro de las ciudades, cuando vemos dinamismo en ellos, esto repercute en las economías que se mueven, sobre todo en la clase media, hay una recirculación del capital en un círculo virtuoso de proveedores, operadores, clientes, comunicación, transporte y más.

Nuestro país debe identificar las causas que motivaron esta situación para encargarse de que nunca se repita y que las personas y acciones que tuvieron que ver en aquello sean sancionadas en el marco de la ley, tomar acciones drásticas que es lo que todos apoyamos y esperamos.

Nuestra receta de la semana evoca a uno de los platos más representativos de nuestra gastronomía, ese que lo hacemos sin miedo, se replica en todas las provincias y de una u otra manera se logra el resultado, un guiso contundente con el toque ácido que le aporta en algunos casos la chicha, en otros la fruta como maracuyá o naranjilla y está combinada con la cerveza, el aroma del culantro y el sabor en el retrogusto del refrito caramelizado con sus especias.

El seco, sea de pollo, gallina, res o cerdo, es uno de los platos caseros que nunca faltan en el menú de la semana en todo hogar ecuatoriano, ese que todos nos atrevemos a hacerlo ya que, seguro que nos queda bien, los invito a cocinarlo sin miedo.

Ingredientes

  • 1 kilo de carne de pollo, res o cerdo
  • 4 cebollas coloradas
  • 4 dientes de ajo
  • 4 tallos de culantro
  • ½ taza de hojas de culantro
  • 1 cucharada de ají de seco
  • ½ cucharadita de comino molido
  • 1 ají deshidratado
  • 1 litro de mezcla de (cerveza, chicha, jugo de naranjilla o maracuyá) a su gusto
  • 1 cucharadita de pasta de achiote
  • ½ taza de aceite de girasol
  • Sal

Elaboración

  • Marinar por 24 horas la carne junto con los tallos de culantro, los líquidos, el ají deshidratado.
  • Retirar, escurrir y sellar la carne en aceite de girasol, sazonar con sal y reservar.
  • Picar la cebolla en brunoise fino y rehogar en aceite junto con el ajo picado hasta que esté totalmente caramelizada.
  • Agregar la pasta de achiote, ají de seco, comino, remover y colocar las carnes sobre este refrito.
  • Cubrir con el líquido del marinado y los tallos de culantro.
  • Tapar y cocer a fuego medio durante 30 minutos.
  • Retirar las carnes, los tallos de culantro y licuar la preparación hasta obtener una salsa espesa y cremosa, colarla y volver a poner en el fuego.
  • Agregar las piezas de carne cocidas y cocer a fuego lento unos minutos hasta incorporar todos los sabores, sazonar con sal, culantro fresco.