Desde el 2006, cada 7 de agosto se celebra el Día del Cine Ecuatoriano. Una fecha designada en recordación a que un día como ese, en 1924, se estrenó la primera película de ficción en el Ecuador, titulada El tesoro de Atahualpa. Su realizador fue el guayaquileño Augusto San Miguel. De manera que el próximo año este filme del director ecuatoriano cumplirá su primer centenario.

Aquella cinta y tampoco las otras que rodó Augusto San Miguel existen en la actualidad. Como testimonio de su materialidad queda únicamente lo que se dijo en la prensa de entonces. A lo mejor el clima de esta ciudad hizo que desaparecieran. Aunque también se tejen infinitas leyendas, como aquella de que el cineasta fue sepultado con sus películas.

Un poemario contra el olvido y la impunidad, por Clara Mecina

Wilma Granda, una de las grandes estudiosas del cine ecuatoriano, le dedicó una extensa investigación, titulada La cinematografía de Augusto San Miguel: Guayaquil 1924-1925: los años del aire, libro que la autora publicó en 2007 y que es importante leer y revisar para dimensionar la hazaña de este guayaquileño de las primeras décadas del siglo XX. Un pionero del cine argumental. Y también director de teatro, quien nació en 1905 y falleció en 1937. San Miguel vivió poco, pero hizo mucho. Habitó en el Guayaquil de Medardo Ángel Silva, del Grupo de Guayaquil. En el Ecuador de los primeros años del triunfo de la Revolución Liberal. O del asesinato de Alfaro.

De este cineasta queda poca huella, por eso resultan interesantes los estudios que a él dedica Wilma Granda o el documental realizado por el cineasta Javier Izquierdo, titulado Augusto San Miguel ha muerto ayer, de 2003, en el que va tras las huellas del realizador e intenta resolver el misterio de por qué no existen en la actualidad sus filmes.

Los interesados en conocer sobre los primeros años del cine en Guayaquil y sobre la cultura de la ciudad pueden leer, asimismo, Cine mudo, ciudad parlante: historia del cine guayaquileño, tomos 1 y 2, publicados en 2013 y 2015, respectivamente, por el investigador y cinéfilo Jorge Suárez Ramírez. Dos tomos que son un alto aporte. (O)