La gastronomía es un componente vital de la experiencia turística, y comienza a cobrar relevancia como tal a nivel mundial en el año 2001, cuando Erik Wolf, presidente de la World Food Travel Association (WFTA), escribe un ensayo sobre el tema, prácticamente fundando el concepto de turismo gastronómico.

A través de su organización, la WFTA, es considerado el precursor de la industria y uno de sus mayores entendidos. Esta institución, hoy con presencia en Ecuador, con sede en Guayaquil, promueve las tradiciones culinarias de los destinos turísticos gastronómicos del mundo, su riqueza y herencia, a través de muchos programas de promoción, educación e investigación.

Este visionario, hace más de dos décadas, pudo prever los resultados de las estadísticas actuales: el 53 % de los viajeros de placer son turistas gastronómicos, y el 93 % de los turistas en general considera la reputación gastronómica de la ciudad como uno de los factores claves para elegir su destino de vacaciones.

El Jardín del hotel Victoria (en Cuenca), con nueva carta

Uno de los programas que promueve la WFTA es el de Capitales Culinarias, una certificación de destino diseñada para exaltar la visibilidad de la cultura gastronómica en el destino en cuestión. Está diseñado justamente para ciudades con un gran potencial culinario que no necesariamente tiene un reconocimiento mundial, como París, Nueva York, San Sebastián o Tokio, y que no necesariamente tienen los recursos que estas grandes potencias culinarias poseen para su promoción y difusión.

Así, investigando los planes de la WFTA en Ecuador, nos enteramos de que Cuenca se prepara para entrar en dicho programa, y los planes están muy avanzados, pues podría prontamente obtener dicha certificación.

Parecería que la ciudad tiene su plan trazado en piedra a través de su Dirección de Turismo, que además de este hito participará en pocos días no solamente en Fitur, sino en Madrid Fusión, con estand, cocineros, degustaciones y promoción gastronómica. Sin duda, el congreso gastronómico más importante del Occidente al día de hoy.

Hace pocas semanas nos apenábamos de que no existiera un plan nacional que apoye el turismo gastronómico, y nos hemos encontrado en esta ciudad intenciones claras y, aparentemente, la decisión del Gobierno local. Sin duda, las condiciones de seguridad y orden son tierra fértil para lograr estos objetivos a largo plazo.

La certificación de la WFTA en cuestión va más allá de un logo, pues cuenta con el soporte de la organización en el desarrollo del destino, productos y estrategias internacionales de mercadeo para lograr el éxito.

Mientras tomaba notas para esta columna cenaba en Ita, novel restaurante con pocos meses en el mercado, cuya degustación, sobre la cual hablaremos la siguiente semana, solo validó nuestra percepción sobre el despegue culinario de Cuenca. (O)