Lanús llenó de luces el cielo de la Libertadores, la encendió, le dio vuelo y significado a una Copa que venía lúgubre de tan poco agraciada, vacía de luminarias. Sacudió esa opacidad con una hazaña para los tiempos. Tener que remontar un 0-2 haciendo cuatro goles cuando apenas quedaba medio partido… Y frente a un River que metió miedo la noche del 8-0 al Wilstermann… Es una montaña demasiado alta para escalar. Además, estando noqueado, aturdido por el comienzo contundente del equipo millonario. Pero lo hizo, tenía el milagro adentro, oculto en el pecho de sus hombres, y lo volcó en el césped, componiendo la mayor actuación en sus 102 años de historia. En 1981 comenzaba su resurgimiento como campeón de Primera C, hoy es finalista inédito de la Libertadores. Ha subido peldaño a peldaño. El martes le tocó gloria, gloria grande. Está bien, se la ha ganado.