Los tambores y cánticos ensordecedores, que convirtieron en un carnaval amarillo el aeropuerto José Joaquín de Olmedo, cesaron brevemente. Fracciones de segundos, apenas. El silencio repentino (17:40) se produjo tras el grito de una voz potente: ¡Ya llegaron! Y casi, en lo que dura un parpadeo, otra vez los cánticos: “¡Un solo ídolo tiene el Ecuador! ¡Barcelona, campeón, Barcelona, campeón, el ídolo de Ecuador!”.