“Hay entrenadores que tienen cualidades, pero no saben tratar a los jugadores con mucha personalidad y lo solucionan excluyéndolos. En otras palabras, son unos líderes cobardes… Tras un partido contra el Villarreal le grité a Josep Guardiola en los vestuarios. Vociferé acerca de sus huevos y que se había cagado ante José Mourinho. Pueden imaginarlo, fue la guerra, él contra mí. Guardiola, la asustadiza persona que pensaba demasiado las cosas, que ni siquiera podía mirarme a la cara o darme los buenos días, contra mí, que me había mostrado callado y precavido por mucho tiempo. Por fin había estallado y volvía a ser yo mismo”.