En una final desangelada, sin la tensión propia de los grandes choques, el United de Mourinho con oficio y con dos goles grises que nadie recordará, se llevó la Europa League a la conmocionada Manchester. Fue como ofrecerle una sonrisa a una ciudad atribulada por el atentado del que fueron víctimas decenas de personas: “Aquí está, es para ustedes”. Fue justo, aunque con una actuación apenas correcta, si acaso eficiente de los Diablos Rojos, mucha marca y esfuerzo, casi ninguna luz. Un remate débil pero afortunado de Pogba, que se desvió en Dávinson Sánchez y una avivada del impronunciable armenio MKhitaryan le dieron los goles y el título salvador al Manchester, que suma una estrella y clasifica directo a la próxima Champions League. Arregló el año.