Los futboleros van a reclamarme por qué esta columna no se refiere a los 500 goles de Lionel Messi y su victoria –que sacudió la soberbia del Real Madrid en el Santiago Bernabéu con un gol tejido magistralmente y ejecutado por el pequeño genio argentino–. Que no me refiera al partido entre Emelec y River Plate en el que el equipo guayaquileño dominó, pero no pudo evitar una jugada infantil que le costó la derrota. O que no escriba de la confesión del presidente de Conmebol de que los dirigentes tan aplaudidos, alabados y endiosados eran vulgares cacos que se llevaron a sus cuentas personales $ 140 millones, $ 26 millones de ellos transferidos a Nicolás Leoz, expresidente del organismo.