Hurgando en mi archivo de miles de fotografías del deporte guayaquileño antiguo hallé una a la que había perdido el rastro y que me provocó una bella impresión salpicada de una dulce nostalgia. En el blanco y negro de la época, con el uniforme azul y rojo que alguna vez el Barcelona de España obsequió a su tocayo de Guayaquil, lucen sus rostros de pibecitos recién salidos del cascarón, Clímaco Cañarte y Chalo Salcedo.