El ilusionante triunfo de Ecuador sobre Haití (más allá de la modestia de Haití), quedó sepultado por el gol con la mano de Ruidíaz en el triunfo de Perú sobre Brasil. Uno de esos escándalos arbitrales que sacuden cada tanto al fútbol, y que la velocidad actual del juego los torna más frecuentes cada vez. Una mano sin remordimientos, sin escrúpulos. Comparada, la mano de Dios fue, si se quiere, una mano pacata, Maradona al menos intentó cabecear y metió el puño cuando vio que no llegaba. Esta es mucho más desprejuiciada. Aunque ambas han tenido el mismo efecto y cometido.