Es viernes, 16:30, seis días después del terremoto. Los futbolistas del Delfín de Manta, ciudad azotada por el movimiento telúrico de magnitud 7,8 en la escala de Richter, llegan a Guayaquil donde es más seguro, dicen, para realizar su primer entrenamiento luego de una semana en la que casi no han podido dormir, mucho menos pensar en jugar fútbol.