Nuestra patria ha sido golpeada con fuerza devastadora por el terremoto del sábado pasado. Los ecuatorianos estamos en estos instantes aceptando las reglas de la naturaleza, nos miramos sin comprender lo sucedido y tratamos de demostrar seguridad y fuerza espiritual, pero en nuestro interior aún está acumulado el nerviosismo por pensar que se vuelva a repetir tal sacudón.