En abril anterior Loretta Lynch, dos veces fiscal del Distrito Este de Nueva York, juró como secretaria de Justicia del régimen de Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Cuarenta y dos días después ella destapaba el más grande escándalo de corrupción que se recuerde en los anales del deporte: los atracos, sobornos, extorsiones, asociaciones para delinquir, fraudes fiscales, chantaje, lavado de dinero y más prácticas mafiosas en el fútbol mundial.