Joseph Blatter se está yendo del mundo del fútbol. Y después de cuarenta y cinco años de flotar en la piscina del poder, se irá mojado, pero no sin antes salpicar a quienes lo dejaron solo en el agua. Michel Platini, hasta hace unas semanas el candidato perfecto para dirigir el fútbol, quedó empapado y ahora corre con varias vueltas menos. Su prestigio está muy devaluado, no ha podido explicar el cobro de dos millones de dólares recibido de la FIFA. Franz Beckenbauer, tan ufano de haber llevado a la victoria la candidatura de Alemania para el Mundial 2006, parece bastante húmedo también.