Tiempo de ‘ofertas’ electorales en Barcelona S.C.

Llueven las ofertas electorales en Barcelona como preámbulo de la campaña por llevarse el trofeo más codiciado: la dirección del club más popular del país. El que concita la más ardorosa pasión entre los ecuatorianos de dentro y fuera de las fronteras; el que constituye un fenómeno popular de hondo raigambre social.No por menos en los últimos 25 años varios partidos políticos han intentado captarlo con la pretensión de convertirlo en un ‘departamento de marketing’ buscando que la fervorosa hinchada los siga en las urnas. Algunas veces dio resultado y otras no. Un presidente canario, en la cumbre de la popularidad institucional gracias a los títulos logrados por la divisa, hace muchos años intentó una candidatura y quedó tercero. Pocas veces Barcelona cambió votos por goles y coronas. En dos oportunidades dirigentes llegaron al Congreso usando el rédito de la popularidad pero, en general, la fidelidad y el amor a la camiseta no son canjeables a la hora de las casillas electorales. Pero que puede ser un instrumento.Barcelona es un gran negocio muy mal administrado en el último cuarto de siglo, tanto en lo administrativo como en lo técnico. ¿La prueba? Dos títulos nacionales en 18 años (uno en 1997 y el otro en 2012) y un pasivo millonario, parte heredado y parte causado en las recientes administraciones como consecuencia del derroche en pésimas contrataciones y los sueldos ‘europeos’ para un balompié tercermundista. La realidad se conoce de oídas porque hasta hoy no se han hecho públicos los resultados de las auditorías prometidas.Los Tres Caballeros (¿recuerdan esa comedia de dibujos animados de Walt Disney que alegró nuestra niñez?) se disputan hoy la dirección de Barcelona para suceder al siempre caballeroso y gentil Antonio Noboa en un momento crítico en lo futbolístico y en sus cuentas. El equipo no aparece y los entrenadores ensayan todo género de excusas. Siempre recordaremos aquella declaración de Rubén Israel luego de perder un Clásico del Astillero 3-0: “Hemos jugado el mejor partido en lo que va de la temporada”. Hay meses de sueldos atrasados a los jugadores que, si estuvieran al día tampoco rendirían porque les falta lo que fue un patrimonio del club: la entrega sin claudicaciones, esa bandera que enarbolaron Sigifredo Chuchuca, Jorge y Enrique Cantos, Simón y Clímaco Cañarte, Gonzalo Chalo Salcedo, Fausto Montalván, Luciano Macías, Vicente Lecaro, Washington Muñoz y tantos otros. En la mercantilización perniciosa del fútbol actual, no les pidamos a los superpagados jugadores de hoy amor a la divisa. Pero sí puede exigírseles honestidad profesional en el deporte que los sacó de la pobreza.Acusaciones cruzadas marcan la hora de Barcelona antes de las elecciones. Luis Noboa competirá con el exarquero José Francisco Cevallos y Carlos Nahón. Noboa propone continuar con el trabajo de su hermano Antonio, pero lo que el club requiere es un giro de 180 grados que garantice contrataciones eficientes y una solución a la pesada deuda del club. Sus adversarios –y buena parte de los seguidores¬ profetizan un régimen turbulento cuando Barcelona necesita un poco de paz. Los tuiteros se quejan del carácter explosivo del candidato Noboa, al que acusan de responder con agravios cada crítica al equipo y a sus dirigentes. Así no hay futuro promisorio para Barcelona, a menos que el aspirante garantice un debate racional sobre los problemas actuales.A Cevallos le otorgan sus auspiciantes un crédito de ‘experiencia’ deportiva, pero desconfían de su declarado amor a la camiseta, aunque, justo es decirlo, tuvo un paso exitoso por el equipo torero. Sin embargo, sus detractores niegan la argumentada experiencia pues su paso por el Ministerio del Deporte tuvo un solo objetivo: la estatización de la dirección del deporte en el país. Y le han recordado que descabezó a más de cuarenta federaciones nacionales por deporte para provocar la renuncia de Danilo Carrera Drouet y apoderarse del Comité Olímpico Ecuatoriano (COE).El Comité Olímpico Internacional (COI) ¬un organismo caracterizado históricamente por su adhesión a los gobiernos¬ fue parte de la trama. Nombró un representante, el español Alejandro Blanco quien, supuestamente, estaba obligado a mediar en el problema. Blanco se amistó con el Ministerio y el COI santificó la intervención de las federaciones y la elección de una nueva directiva en el COE, cuyo presidente actual era viceministro de Cevallos. Otra de las acusaciones contra el exguardameta es la de querer usar políticamente al club.Su candidato a vicepresidente es el exjugador Carlos Alfaro Moreno, quien ha sorprendido a todo el país con una oferta filantrópica: entregar a Barcelona toda su academia futbolística. En otras palabras: despojarse de su lucrativo negocio para que sea Barcelona el beneficiario de todas sus rentas. Nadie sabe a qué hora le nació un espíritu tan generoso que no lo demostró cuando asumió informalmente el mando del equipo, en otra administración, y entraba a la cancha con credencial de aguatero y contrató jugadores que nunca sirvieron.De Carlos Nahón, hincha ferviente de Barcelona desde su niñez (algo que me consta), no se han recibido planteamientos claros. Se ha dicho en los medios de comunicación que, de ganar, traería a Damián Díaz de vuelta, pero se ha desmentido cualquier contacto. Aún queda tiempo para que exponga su plan.Faltan pocos días para los comicios, fijados para el 1 de octubre próximo, pero la suerte está echada. El Tribunal Electoral barcelonista absolvió todas las impugnaciones a los candidatos y queda en manos de los socios (algo así como 3.000) resolver el destino de una institución que, gozando de un estruendoso nivel de popularidad, tiene tan pocos miembros cotizantes. Si eso no constituye un signo de pésima administración, de ayer y de hoy, pónganle el adjetivo que quieran.Lo único cierto es que si Barcelona no vuelve al Astillero, no hay futuro. Y no me refiero a que las oficinas vuelvan al emblemático barrio donde nació: quiero decir que si sus dirigentes y sus jugadores no asimilan el espíritu con que el club llegó a la idolatría, jamás volverán las victorias y las hazañas. Si los que hoy aspiran a asumir las riendas del club no tienen la pasión de Miguel Salem Dibo, de Victoriano Arteaga, de Rigoberto Pan de Dulce Aguirre, de Wilfrido Rumbea, de Luis Rulimán Guerrero y otras figuras señeras, el futuro de Barcelona seguirá más nublado que un día del invierno londinense. (O)

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