Chile es el primer semifinalista de la Copa América. Su triunfo es tan mínimo como el resultado (1-0), sin brillo, aunque inobjetable. Siempre quiso más que Uruguay, deseó la victoria dentro de los 90 minutos, intentó por bajo, por alto, dominó, buscó progresar al ras, atacó, tuvo en Valdivia al jugador con mayor vocación creativa del juego, marcó un gol más que su adversario (nunca es un detalle menor). Elementos suficientes para declararlo vencedor justo. Ese es el escueto parte futbolístico. El de batalla es otro: Uruguay terminó con 9.