Una gélida noche santiaguina dio su puntapié inicial la 44ª. edición de la Copa América. Y como en el Mundial de Brasil, el pasaporte ecuatoriano en el debut fue sellado con derrota y signado por errores individuales. Primero el penalcito, leve pero penal al fin, de Miler Bolaños a Arturo Vidal, falta tonta, innecesaria, sancionable. Luego la grave falla de Renato Ibarra, de hacer un pase atrás de 25 metros con dos tiburones chilenos rondando el área. Le cayó en el pie a Alexis Sánchez, habilitó magníficamente a Eduardo Vargas y, de primera, el atacante sometió a Domínguez. Las fallas propias no son achacables a nadie.