Ni un cura arreglaba esto; ni siquiera el oportunismo de Alberto Spencer. Era el retorno de Barcelona a La Plata, la ciudad donde adquirió una gruesa porción de su popularidad. Cuarenta y cuatro años después, el recuerdo de la hazaña aún envolvía la atmósfera del partido. Pero el Barcelona que debutó este miércoles en la Libertadores frente a Estudiantes está lejos de aquel que dejó sin dormir al Ecuador en la histórica noche de abril de 1971, cuando rompió el invicto del tricampeón de América con asistencia de Spencer y gol de Bazurko. La decena de refuerzos llegados a Barcelona a principios de año no parece mejorar al subcampeón. O al menos les falta rodaje y ensamble con sus compañeros para dar forma a un equipo sólido y competitivo. No era fácil el grupo ni el rival inicial, tampoco la condición de visitante. Jugar por Libertadores en la Argentina es complicado. El rival, cualquiera sea, puede no jugar bonito, pero todos muestran una gran actitud, entrega, ambición, fuerza. Y juego.